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Percibir el miedo

CRISTÓBAL HERNÁNDEZ


..."El miedo como subproducto de la inseguridad tiene como consecuencias cambios conductuales puntuales; un 58% afirma no portar dinero en efectivo, mientras que el 53% ha reducido la frecuencia de salidas nocturnas y 49% no deja salir a sus hijos a jugar a la calle"...

En México el miedo es una cuestión cotidiana. La violencia generada en los últimos años, y el clima general de inseguridad nos han enseñado mucho acerca de la forma en que los mexicanos percibimos el miedo, cómo lo explicamos y lo adaptamos al día con día. ¿A qué le tenemos miedo los mexicanos? Sin duda la inseguridad ha transformado nuestros hábitos, la forma de comportarnos y de interactuar con lo que nos rodea, ha sido la inseguridad la responsable de moldear a una nueva generación de mexicanos.


Desde 2007, la asociación civil México Unido Contra la Delincuencia publica, año con año, la Encuesta Nacional sobre Percepción de la Inseguridad Ciudadana en México. Es indispensable que existan formas de contarnos la vida, en la Encuesta de 2018 se ven reflejados muchos cambios de comportamiento que atribuimos a la “normalidad” de los tiempos, uno de cada tres mexicanos afirma haber estado cerca de un delito, ya sea por haberlo sufrido o porque le sucedió a un familiar.


Esta alta exposición al crimen nos lleva a pensarlo en términos de cotidianeidad, la incertidumbre convertida en certeza. Ante la pregunta expresa de ¿cuál es el evento relacionado a la inseguridad al que más le temen? El 53% contestó ser víctimas de un secuestro, el resto se dividió entre ser víctimas de robo a mano armada o a estar en medio de un enfrentamiento entre delincuentes y autoridades. El miedo como subproducto de la inseguridad tiene como consecuencias cambios conductuales puntuales; un 58% afirma no portar dinero en efectivo, mientras que el 53% ha reducido la frecuencia de salidas nocturnas y 49% no deja salir a sus hijos a jugar a la calle.


La situación es en extremo complicada. Somos una generación que ha crecido con el miedo a un costado. La inseguridad es una forma de hacernos prisioneros en un país que admite pocas libertades. Acorralados y sin muchas expectativas hemos de tomar caminos poco convincentes. La presencia casi permanente del ejército en las calles brinda cierta sensación de seguridad, el 73% de los universitarios consideran correcto el uso del ejército en labores de seguridad. En cualquier otra democracia institucional, la militarización de la seguridad pública invitaría a un fuerte debate seguido de un profundo rechazo. Sin embargo, en México se cree que esta guerra debe pelearse con soldados, muestra de ello es la inminente aprobación de la Guardia Nacional


Basta con la idea de sentirse vulnerables ante un evento criminal, para que abandonemos conductas cotidianas. Dejar de confiar en el transporte público a partir de cierta hora, evitar ciertos lugares, dejar de comprar ciertos artículos o comprar algunos otros como el gas pimienta o un aparato de choques eléctricos. El clima general de desconfianza nos sumerge en un estado de paranoia, dudamos de todos y de todo lo que nos rodea.


El caso de Xalapa es particularmente ilustrativo. Diversos reportes de mujeres han señalado que se sienten inseguras en las calles de Xalapa, más de una ha denunciado un intento de privación de la libertad y otras tantas han señalado sentirse perseguidas o acosadas. Caso similar a lo ocurrido en algunas zonas del metro de la Ciudad de México, en dónde hasta la fecha, no se ha logrado ningún avance en las investigaciones, en ambos casos.


El estado de sitio autoimpuesto, poco a poco se convierte en el estado natural de las cosas. Pocos recordamos los días en los que no teníamos que mirar por encima de nuestros hombros para comprobar que nadie nos sigue. La confianza en las instituciones también es un factor decisivo para sentirnos inseguros. De acuerdo con el Índice de Confianza en las Instituciones 2018 de Consulta Mitofsky, el Ejército, las Universidades y la Iglesia, son los tres organismos en los que más confiamos. Ironía reveladora, podemos rezarle a Dios por nuestra seguridad, pero queremos que alguien cuide la puerta mientras lo hacemos. Del otro lado del espectro tenemos a la policía, siendo representada por cualquier corporación ya sea local, estatal o federal.


La criminalidad en cualquiera de sus formas y su casi omnipresencia en nuestras vidas, nos ha llevado a replantearnos comportamientos cotidianos. Esta nueva forma de vivir bajo la amenaza de un día ser la víctima de un delito, nos ha llevado a extremos conductuales que es preciso señalar ya, como la normalidad de una sociedad que ha aprendido a convivir con el miedo. No es difícil reconocer una potencial derrota del espíritu nacional frente a la delincuencia, lo que es difícil es asimilar sus consecuencias, perder ante los malos no es la lección de esta macabra fábula.


A México le faltan días sombríos, hay quienes mencionan que los más oscuros han quedado atrás y no concuerdo, lo verdaderamente sombrío será ver a una sociedad derrotada por la inseguridad, asimilando una realidad a la que jamás debió llegar y con la que, sin embargo, ha aprendido a convivir.


 

Cristóbal Hernández es Licenciando en Derecho por la Universidad Anáhuac Xalapa. Siempre se ha interesado por la crítica social, los temas de política nacional e internacional. Redacta el comentario editorial para el Semanario En Privado Veracruz. Actualmente es especialista regulatorio para Red Bull Latinoamérica.

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