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Camino a casa

ISAURA OCAÑA


Fue un día como hoy, cuando A salía del colegio con sus apenas 6 añitos. Sus ojos buscaban a una persona entre el mar de padres de familia y se despedía de sus amiguitos con la promesa de seguir con el juego al día siguiente, hasta que sus pequeños ojos se encontraron con unos más viejos y las miradas reflejaron la sonrisa en su rostro, era momento de ir a casa como los demás. Caminó hacia su abuelo y lo tomó de la mano, así comenzó el trayecto de regreso a casa.


El camino a casa era demasiado largo, durante el cual A le contaba a su abuelo lo que había jugado en la escuela, lo que aprendió en el día, todo. Su abuelo escuchaba con una sonrisa y con gran alegría las palabras de su nieto más pequeño, esos momentos de paz son irrepetibles. El abuelo, los días que le tocaba recoger a A del colegio, pasaba comprando las golosinas que tanto disfrutaba y, antes de llegar con la abuela a comer, se sentaban en la banca de un parque cerca de la casa a comerlas sin que la abuela se enterase.


El abuelo, siempre precavido, llevaba una bolsa con migas de pan y dedicaban esos momentos en la banca a alimentar a las palomas, que se agrupaban cuando el pequeño A tiraba puñados de pan al suelo. Después de hacerlo, A correteaba a las palomas mientras picoteaban el alimento y éstas volaban en el aire para volver al mismo lugar, esto se repetía un par de veces. A se cansaba de todo el ajetreo y volvía a sentarse al lado de su abuelo para seguir comiendo las golosinas, así permanecían hasta quedar vacía la bolsa.


Al llegar a casa, la abuela abrazaba a su nieto y lo llenaba de besos por toda la cara, después iban los tres a la cocina donde la comida ya estaba en su sitio. Pasaban la tarde juntos y su abuela lo mecía en una mecedora, mientras de su voz se escuchaban dulces canciones que arrullaban a A entre el calor de los brazos que lo envolvían. La paz se sentía en cada centímetro de la infantil figura de A, que dormía profundamente y ahí permanecía hasta que sus padres pasaban por él.


Ahora que A es adulto, recuerda esos preciosos momentos en los que sus abuelos eran quienes lo cuidaban y consentían. Hoy, A recorre los lugares con cierta nostalgia en los ojos y su barba ya crecida hace resonar el paso de los años, desde aquellos momentos. Va camino a encontrarse con sus abuelos y, como en aquel entonces, pasar la tarde juntos, con la excepción de ser él quien los llevará a dar el paseo.


Cuando llega a la casa, sus viejitos lo llenan de amor y lucen su ropa más bonita para salir con A, como cada semana. Él los sigue llevando a diferentes lugares y no falta ni una semana al compromiso. Sus viejitos siguen teniendo esos momentos de paz que tanta alegría les brindaban en años anteriores, pero ahora con un A más maduro, y todos los paseos terminan con A sentado en la banca del parque con sus abuelos. A lleva la bolsa de migas y entre los tres alimentan a las palomas, mientras contemplan el lugar lleno de recuerdos.


 

Estudiante de la licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas de la Universidad Veracruzana y cuenta con carrera técnica en Contabilidad. Es originaria de Xalapa, Veracruz; vive en la ciudad desde su nacimiento. Protagonizó la obra de teatro “Ciahuameztli Nenequi Icihuca” (“La Señora Luna sigue caminando”), monólogo escrito por Ana Iris Nolasco, el cual se presentó el 08 de marzo de 2016. Escribió guion para TeleUV y participó en la realización del Spot de la FILU 2018.

Es apasionada por las artes; la lectura y la escritura la han acompañado a lo largo de su vida. Escribe teatro, cuento y ensayo.

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