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vaterevista

¿En qué momento?

KM

Las cosas cambiaron rápidamente, de pronto tu actitud ya no era tan dulce como al principio, escondías los moretones con dulces y chocolates. No estoy segura de qué fue lo que lo ocasionó, a veces no sé ni cómo comenzó, de pronto mi ropa se volvió holgada y cubría cada centímetro de mi piel.


Poco a poco me volví más retraída, decidí alejarme de mis amigos más cercanos, aquellos con quienes crecí. Si salía, era sólo contigo y a lugares que a ti te gustaban. Abandoné una de mis pasiones, la danza, y me mantuve haciendo pocas actividades, todas ellas al interior de un lugar y en soledad.


Al principio eras dulce, siempre escuchabas y me apoyabas. Dicen que no fue de la noche a la mañana, pero en su momento yo así lo vi. Comenzó con un ligero jalón de brazo para que no me alejara a media discusión, siguieron las quejas sobre mi vestimenta y los celos porque me llevaba muy bien con mis amigos varones.


Poco a poco tus palabras se tornaron más hirientes, al igual que tus actos. Uno de mis amigos me advirtió, él pudo ver los cambios en ti y sobre todo, en mí. Siempre que nos veía juntos se mantenía cerca, al pendiente por si comenzábamos a discutir.

Los moretones comenzaron en lugares donde la gente no se daría cuenta, pero el tiempo pasó y eso dejó de importar. Dejé de comer, sólo consumía líquidos y mi cuerpo empezó a resentir la ausencia de cuidados.


Mis calificaciones bajaron y ni en casa ni en la escuela sabían qué sucedía, me descuidé y me rompí a tal grado que vivir o morir ya no importaba, mil veces llegué a pensar en quitarme la vida, esto ya cuando me di cuenta del gran aprieto en el que estaba -a ese extremo me llevaste- y no lo hice porque aún quedaba un poco de esperanza de que todo fuera mi culpa y pudieras perdonarme, para que todo volviera a la normalidad, que volvieras a ser aquel dulce individuo de quien me enamoré, pero no fue así. Todo iba en aumento. No me di cuenta de los riesgos que corría, continuaba haciendo lo que decías, sin pensar en las consecuencias.


Todo se tornó en un torbellino donde lo único que hacía era ir a la escuela, estar contigo, ir a casa, encerrarme en mi cuarto y dormir. Lo poco que me alejaba de la realidad, de mi piel morada, era dibujar, había perdido la habilidad de bailar y lo único que me quedaba para huir era el grafito sobre las blancas hojas de los blocs. Mi voz se fue apagando, hasta quedar un murmullo al que nadie escuchaba pedir ayuda. Logré salir de esa pesadilla, logré alejarme de ti y pude darme cuenta del daño que me habías hecho. Hasta hace unos años pensé que todo había sido mi culpa; mi culpa las discusiones; mi culpa tus celos. Mi culpa. La realidad es otra, no fue mi culpa, fue la tuya. Así que logré seguir con mi vida, con unas pocas secuelas del daño pero todo se va solucionando.


Cuento esto porque muchas no nos damos cuenta, a veces lo hacemos pero es tarde, a veces simplemente seguimos. Lo hago para ti, que probablemente no sabes dónde estás metida. También lo escribo para ti, que me hiciste sufrir y pasar por todo esto.

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1 Comment


Eduardo Canales
Eduardo Canales
Feb 23, 2023

Me encantó la lírica expresiva, la denuncia conciente y la complicidad acérrima. La mujer como un ente de pasiones enredadas en lealtad y herida por decepción...

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