top of page
Buscar
vaterevista

Hitler II

VLADIMIR ACOSTA PROM


Siempre me consideré una persona pacífica, calmada y paciente, hasta que conocí a Hitler Segundo, o a BabyCruel, el Engendro del Diablo o Bebé maldad; apodos no le faltaban y siempre le ponía más. Su nombre era Tanai y era un alemán de 5 años, yo era su niñero cuando no estaba su mamá. La madre tenía que salir a veces y yo hacía el favor de cuidarlo y ella hacía el favor de darme algo de plata. Tanai en lengua africana significa “hombre”, y como todos los hombres éste era también violento, agresivo, con ganas de marcar su espacio, distinguirse y ser más fuerte que los otros. Tanai, su madre, yo y otros huéspedes de diferentes lugares vivíamos en el mismo hostal a la orilla de la laguna.


No es que yo sea experto en pedagogía pero sé un poco de psicología y, sobretodo, tengo una buena memoria y recuerdo lo que es ser niño, por eso con los niños siempre me ha ido bien, ya he sido niñero antes y he desempeñado un buen trabajo. Sin embargo, con este niño no la tenía tan fácil. Tanai hablaba alemán y francés, y yo hablaba español e inglés, así que la comunicación era por señas y ruidos primitivos. Esto, por supuesto, no era suficiente para entendernos, después aprendí palabras clave en francés y alemán, esto servía un poco pero tampoco era suficiente.


Lo cuidaba un par de horas todos los días, eso significaba jugar un poco, comer con él, y no perderlo de vista. Los juegos con él eran juegos de acción, movimiento, ruidos, velocidad, agresividad y algo de riesgo. El juego empezaba suave y poco a poco se hacía más violento, esa era la mecánica con Tanai. Hasta para las actividades tranquilas como dibujar, la mecánica era la misma. Empezábamos dibujando suavemente, luego coloreábamos un poco más fuerte, después Tanai coloreaba más intenso hasta romper la hoja y, finalmente, con unas tijeras despedazaba el dibujo. Como si el propósito del dibujo fuera ser destruido, o como si el propósito de dibujar fuera la destrucción. Cuando jugábamos LEGO el juego se trataba de que yo construía algo y después él lo destruía. A veces Tanai esperaba impacientemente a que yo acabara de construir para poder destruirlo, a veces destruía a la par que yo construía. También, como si el propósito de los bloques de construcción fuese después ser destruidos.


Un juego que le encantaba era el de los piratas, cogíamos dos ramas para usar de espadas, el juego consistía en que Tanai me atacaba violentamente y yo sólo me defendía, a veces por incidentes él me lastimaba y a veces por accidente yo lo lastimaba a él, en ese momento el juego acababa. No porque fuera doloroso sino para evitar que el juego se tornara en una tragedia. Otro juego era el de los triciclos. Él se montaba en uno y pedaleaba, yo me montaba en otro y hacía lo mismo. Dábamos vueltas en círculos alrededor de la casa, su parte favorita del juego era cuando chocábamos, y cuando más le daba risa eran mis caídas siempre y cuando me dolieran.


De verdad que este niño amaba la destrucción y todo lo que tuviera que ver con eso. A veces lo imaginaba de adulto como jefe de demolición o como líder del cuarto Reich.

Además de la destrucción Tanai amaba a los animales, eran sus favoritos en los que descargaba su ira y con los cuales aprendía a golpear. En la casa había 3 perros y con los 3 le encantaba pasar el tiempo y practicar sus patadas. Justo mientras escribo esto puedo ver como Tanai le pisa la cara a uno de ellos, no pienso decirle nada, ya lo he hecho muchas veces, también su madre le ha dicho, incluso la dueña de los perros. Todos le hemos hecho saber de muchas formas -incluidos 4 idiomas- que debe respetar a los perros, yo creo que ya lo ha entendido pero es que le gusta desobedecer esta regla y, creo que además, disfruta lastimar a los animales. Así que ahora mientras molesta a los perros me quedo inmutado esperando a que los indefensos animales hagan su venganza y le lancen una mordida. No creo que tenga que esperar mucho a que esto pase.


En el tiempo que he convivido con este niñito le he conocido a 3 amiguitos, todos más tranquilos que él y a todos los ha hecho llorar, varias veces, por las mismas razones. Pareciera que a los niños chiquitos no les gustan los juegos rudos. Esto también se lo han explicado en varios idiomas y de muchas formas, pero Tanai insiste en demostrar de forma agresiva quién es el poderoso de los chamaquitos. Ahora sólo espero que llegue un niño más poderoso que Tanai y le demuestre con violencia que la violencia no es el camino.


Tanai tiene varios pasatiempos, todos parecen hacerlo muy feliz y también parecen muy desagradables para quienes lo rodean; a Tanai le encanta golpear la puerta del baño mientras hay alguien adentro. Al principio cuando me tocaba la puerta y yo estaba en el baño le gritaba que estaba ocupado y que saldría en un minuto. Luego me di cuenta que era Tanai tratando de ser impertinente. La mecánica de este pasatiempo es siempre la misma; golpear la puerta durante mucho tiempo y cada vez más fuerte, esto siempre dura alrededor de 2 minutos y da igual si contesto o lo ignoro, así que ya no me molesto en contestar y así puedo practicar la virtud de la paciencia mientras defeco. Este pasatiempo lo practica diario y también con otros huéspedes. Todos ya están hartos de esto.


Otro de sus contradictorios pasatiempos consiste en abrir la llave del garrafón y dejar el agua correr hasta caer al piso. Esto lo hace varias veces al día, sin importar si lo están viendo o no, aunque parece que lo disfruta más cuando alguien lo ve y le grita algo, él sólo se ríe. A estas alturas parece de sobra decir que ya se lo han explicado en más de 4 idiomas y con señas lo mal que está hacerlo. Yo creo que ya lo entendió muy bien, y más bien se debe a que el pequeño Tanai es un provocador nato, un antisistema desde la cuna, un anarquista formado en el vientre, me repito siempre a mi mismo que este niño podría ser el fundador del cuarto Reich.


El otro día pude ver por primera vez como alguien le daba una justa lección a Tanai. Mientras jugaba una partida de ajedrez con el viejo Oberto, Tanai se aproximó al tablero y como si él también estuviera jugando, empezó a mover las piezas interrumpiendo el juego, el viejo Oberto -que ya es un respetable anciano de 82 años- se puso furioso y le dio un empujón al niño, Tanai respondió muy enojado con un puñetazo al viejo y fue ahí cuando respondió por fin Oberto y le plantó en el pecho un golpe del que Tanai podra recordar toda su vida. La madre escuchó pero no pudo hacer nada, Tanai ya tenía explicado en varios idiomas que no debía tomar las piezas de ajedrez, y en todos los idiomas parecía entenderlo, sólo que como siempre, se empecinaba en crear algo de confrontación. El pequeño führer.


Ahora, mientras escribo esto Tanai se acerca a mi y empieza a molestar suavemente con caricias incómodas y lengüetazos dulces pero desagradables. No estoy de humor para estas cosas, estoy ocupado escribiendo lo desagradable que es este niño. Los cariños de Tanai suben de tono y ahora de cariñosos no tienen nada, ya está empezando a ser agresivo. Me pica con una rama y me da una cachetada. No es doloroso pero lo quiero lejos “Vete Tanai, eres desagradable”. Sigue subiendo el tono de sus juegos y cada vez es más fuerte, más agresivo, más malintencionado. “Adiós Tanai”, me paro de la silla y me voy lejos. Por supuesto que me sigue, no hay nadie más en la casa y soy el único que lo puede entretener. Trae consigo su rama favorita; una rama larga y gruesa que usa como espada y me ataca, suavemente, así empieza siempre la destrucción, empieza suavemente. Me vuelve a atacar y yo sólo respiro, vuelve a atacar mi pierna y yo solo digo “No Tanai”. Ahora ya empieza a atacar fuertemente, me llueven ramazos por todos lados, fuertes y agresivos pero no me hieren. Yo sólo digo “Nein nein nein”. El ataque sigue y yo ya me harté, le quito la rama de las manos y la rompo con mis rodillas en 4 pedazos, los aviento lejos. Tanai se enoja y sale llorando, me culpa por romper su rama y me grita cosas que no entiendo en Alemán, se aleja de mi. Ya puedo estar tranquilo sin palo y sin niño, y vuelvo a respirar. Veo el reloj y sólo falta una hora para que su mamá regrese.


Cuando Alexa, la madre de Tanai vuelve al hostal, el pequeño Hitler aprovecha para acusarme, me acusa de romper su rama favorita. Me dice la madre que comprende porque lo hice, que estuvo bien a pesar de provocar la ira en Tanai. Con la madre la comunicación es fácil, habla inglés, francés, español y alemán, además es una persona culta y sensible. En lo personal aprecio mucho a la señora y le reconozco muchas cualidades lindas. No sé que hizo en vidas pasadas para merecerse este hijo pero sin duda es un castigo divino ser madre de este niño. Es un castigo divino para todos nosotros alrededor de Tanai convivir con él. Pobre señora, la quiero y la compadezco y en parte por eso a veces me encargo del pequeño Hitler. Pobre señora destinada a aguantar a este hijo por el resto de sus días. Por lo que escuché, el padre de Tanai fue un criminal y a veces la señora lo visita en la cárcel, de tal palo tal astilla, supongo. No sé la historia familiar ni de Tanai ni de la señora, pero de cualquier forma me apena y no quiero saber más.


Unos días después nos visitó el pequeño Kailach, de 5 años, vino con su madre Daria, que es amiga de Alexa por el yoga y por la meditación Vipassana. Vinieron a comer, a jugar y a nadar en la laguna, fue una reunión de madres y amigas, destinada a convivir con sus hijos y con ellas mismas.


El pequeño Kailach es un ser pasivo y aletargado, habla poco y mal, es más grande y más corpulento que Tanai pero no es violento, más bien es una de las víctimas usuales de Tanai, el pobre Kailach sufre todo el tiempo por los juegos rudos y los abusos que Tanai le comete. Aún así Kailach nunca se defiende, a pesar de que podría, su pasividad lo lleva a ser un ser ultrajado por su más próximo y parecido semejante, que en este caso es Tanai.


Yo desde lejos observo las interacciones, las dos madres platican y hablan de como criar hijos, hablan como si en verdad supieran. Yo desde lejos observo las interacciones y veo como los niños juegan, a veces juegan y a veces se abusan. Kailach llora provocado por Tanai y corre hacia su madre, las madres ya saben lo que pasa, todos en este lugar sabemos que Tanai es un bribón que disfruta del sufrimiento ajeno. Kailach se tranquiliza y regresa al juego, Tanai lo espera con una macabra sonrisa. Alexa obliga a su hijo a pedir perdón. A estas alturas no importa si el perdón se pide en alemán, francés o un mal español, sólo importa la intención y que los niños se perdonen.


Los niños regresan a jugar como si nada hubiera pasado y las madres regresan a cocinar como si nada hubiera pasado. Yo observo todo desde lejos, no me interesa participar, me hago el tonto leyendo un libro mientras analizo la situación completa. Ahora no es mi momento de ser niñero.


Los niños se alejan de la cocina y se van a jugar al muelle, tienen sus trajes de baño puestos pero nadie se mete a la laguna porque nadie sabe nadar. Los veo desde lejos como juegan, veo que Tanai le da un golpe a Kailach y empieza a llorar -es una rutina que no acaba- nadie parece notar el llanto y la tristeza del niño abusado, sólo Tanai, pero la disfruta, y le da cuerda y vuelve a golpear a su amiguito. Ahora Kailach no puede más con su propia desdicha e infelicidad, llora más fuerte que nunca. Las madres están absortas, lejos, en la cocina y no saben que pasa. Tanai vuelve a atacar a Kailach y por fin este decide actuar y se defiende, agarra de los pelos a Tanai y lo tira del muelle. Tanai cae al agua y se empieza a ahogar. Grita y patalea y no sabe que hacer y se ahoga lentamente. Kailach está furioso y se siente abusado, llora y no sabe que hacer pero sabe lo que hizo. Sabe que su amiguito sufre. Yo observo todo desde lejos y no digo nada, aprovecho para profundizar la mirada en mi libro. Las madres siguen absortas cocinando y no notan nada, los ruidos, los gritos y los llantos no llegan hasta la cocina.


Kailach llora y Tanai se ahoga, Kailach parado en el muelle trata de sacar del agua a Tanai pero es muy pesado, Tanai se ahoga y yo profundizo en mi lectura. Kailach corre hacia la cocina con las madres, dice algo babeando que nadie entiende y señala el muelle. Las madres y Kailach corren hacia allá pero cuando llegan es demasiado tarde. Todos lloran y nadie sabe lo que pasó. No es tan difícil de descifrar la escena. Le preguntan a Kailach qué pasó pero no sabe hablar bien y babea. Sólo saben que hay un niño ahogado. Todos lloran y gritan y piden una ambulancia. Esto estaba destinado a pasar algún día. Me retiro de mi papel de observador y aprovecho para ir al baño, sé que esta vez nadie me molestará.


 

Nacido en Xalapa,Veracruz en 1989. Libra de signo zodiacal y de equilibrado talante. Amante de la naturaleza, ejercedor de la justicia, practicante de la pintura y la música, enamorado de las musas que rigen el arte. Artista libre que insiste en fluir. Escritor de cuentos, poemas, canciones y plegarias. Influenciado notablemente en su forma de escribir y de percibir el mundo por escritores como Lovecraft, Herman Hesse y García Márquez.

7 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Comments


bottom of page