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Hypknoks o de los sueños

ARTURO GUTIÉRREZ


“Pobre no es el hombre cuyos sueños no se han realizado, sino aquel que no sueña”

Marie Von Ebner


En este mundo, dónde existen plagas caseras de todo tipo: cucarachas, ratones, ratas, piojos, mosquitos, moscas, hormigas y un sinfín más, se encuentran aquellos poco reconocidos, como los hypknoks. Estos animalitos, muy comunes y que pobremente se les atribuye el arduo labor que consiguen noche tras noche, tienen una extraña forma. Sus ojos son enormes y amarillos, conforman una gran parte de todo su cuerpo. Cada vez que los veo por arriba, creo que son palotes, así de delgados son, sin embargo, cuando comienzan a trabajar, los puedo ver lateralmente, en su natural forma de “k” y es la manera en que uno los puede reconocer más fácilmente. Sus ojos se encuentran debajo de su cuerpo, es por eso que al verlos desde arriba no se notan tanto. Sin embargo, cuando los volteé patas para arriba, pude observar con demasiada claridad los ojos amarillentos, mirando hacia todos lados. Me permitiré decir que en esa perspectiva parece ser que los ojos son un cuarenta por ciento de su masa total. El color madera le permite esconderlos a pequeñas y grandes distancias del ojo humano, pero una vez que se ponen a trabajar, enseñando sus afilados dientes y sus grandes ojos, son totalmente perceptibles. Si bien estos animalitos no nos causan ningún daño físico, sí provocan daños psicológicos.


Los hypknoks son una cepa de distintos insectos y bacterias que se volvieron inmunes a cierta secreción humana, compuesta por escualeno y lanosterol. Curiosamente, comenzaron a encontrar que dichos compuestos, así como el colesterol, eran benéficos para su salud y comenzaron a ingerirlo. Es así como llegaron a nuestro oído buscando noche tras noche un poco de nuestra cerosa o cerumen, llamada cera de oído. Ahora, la cuestión de este texto no es que con sus afilados dientes retiren capas de cerumen y la ingesta de la misma, sino lo que estos animales descubrieron posteriormente. Conocemos que el cerumen se produce en la parte interior del canal auditivo. Por razones obvias, en grandes sequías de orejas limpias, comienzan a adentrarse en el oído hasta encontrar la glándula sebácea, estimularla y extraer el producto. Estos animales, sin embargo, descubrieron como estimularla injertando huevecillos en el cerebro. El efecto que esto produce en nuestro cuerpo es sencillo: ausencia de sueños. Seguramente todos, alguna vez hemos tenido dificultades para dormir. Pero lo terrible es que, una vez dormido, la falta de comodidad del sueño, genera el olvido de los sueños y consigo, una noche despertando en cada momento; es lo que realmente estas bestias hacen. Usted dirá que es una exageración el problema que causan estas criaturas. ¿Quién no se ha levantado de mal humor y arruinado el día de muchas personas, o de sí mismas? El acumulamiento de estrés es un peligro tanto propio como para los demás. El estar de “malas” es un mal augurio de plagas “K”, como los científicos han llamado a los hypknoks. Se dice que el mal sueño ocasiona más del cincuenta por ciento de los accidentes de trabajo y más del treinta de los accidentes viales. Pronto sabrán exactamente lo que pueden llegar a hacer.


Los hypknoks vienen en plagas, como ya lo he mencionado, permitiendo que al juntarse parezcan un macizo bloque de madera. Su estructura molecular es tan fuerte como la de la madera y su estructura anatómica permite que sus extremidades se unan para protegerse en una capa fina. ¿Cuántos hypnoks no han muerto con cada pisada que cruje la madera? Pero bueno, no es algo que debamos lamentar, son causantes de padecimientos humanos. A pesar de que algunos cuantos de ellos mueren, la mayoría sobrevive, por lo que causa un sentimiento utópico entre las masas. De hecho, si observamos sus sistemas de organización, que expondré a continuación, veremos que pareciera que alguno de ellos leyó a Tomás Moro.


Se dividen en clanes de unos aproximadamente doscientos. En el mismo lugar, ya sea casa, mansión, departamento, no pueden haber más de treinta clanes, evitando así peleas por el cerumen; y mejorar el control de la mercancía, garantizando así la distribución equitativa del producto y que nadie quede sin su porción de cerosa. La mayor parte de la comida se entrega a los que ponen los huevos en el cerebro. Debido a que realizan el trabajo físico, cosa que no es establecida, se van turnando todos los hypknoks cada día. Eso hace que se elimine la propiedad privada y que no se monopolice ni se intercambie el cerumen. Son criaturitas bastante inteligentes en cuestiones de esta cerosa. Parece ser que todo su potencial cerebral, sí, tienen cerebro, es utilizado para el cerumen. Hablaba yo con un tal Molina, químico mexicano se decía, y me contaba que probablemente utilizaban un noventa y cinco por ciento de su cerebro. Cosa que ninguna criatura se ha podido asemejar y cosa que ningún humano podría ni soñar.


El primogénito, o aquel que venció al líder previo del clan, o el que simplemente comenzó a organizar, se vuelve como un príncipe, quien rige de manera “militar” coreografiando las evasiones defensivas, como la capa de madera y es , normalmente, más grande que el resto. En cada sección de tiempo, cosa que no he podido descubrir, se unen tres hypknoks que pueden batallar contra el líder y el que sobreviva es el nuevo líder. Esto sirve para muchas cosas. En primera para que el líder sepa que no tiene el puesto asegurado y que puede ser mortalmente destruido. Sirve para refrescar la armonía entre los animales, como motivo de entretenimiento, y finalmente, para probar el poder del líder, si sigue siendo capaz de dirigir el clan. La reproducción es simple. Es una similar a la de un gallo y una gallina, sólo que con la cola de ambos y el macho es el que incuba el huevo. Ahora, el comportamiento es bastante extremista. Un hypknok sigue la rutina de despertar-reproducirse (si es el caso)-comer-dormir, si es interrumpido entre el segundo y tercer elemento de la cadena, comenzando por despertarse, se convierte en la cosa más feroz en el clan; con los humanos muestra una actitud mansa. He llegado a poder acariciarlas con el dedo meñique para no aplastarlos, por prolongadas etapas de tiempo hasta que comienzan a subir en busca de mi oreja y decido dejarlas comer. Si hay problemas entre miembros del clan, el líder sirve de juez comiéndose al culpable. Si son miembros de distintos clanes, se organizan duelos para entretenerse y gana el que le arranque los ojos al otro, cosa difícil por la diminuta boca y los grandes ojos. El duelo más largo que he registrado ha sido de 18 horas seguidas.

Para conocer todos estos datos, ha sido necesario, por obvias razones, conseguir a alguien que estuviese en contacto con dichos animalitos. Busqué por años alguien cuya vida no valiera y estuviera dispuesto a estar con ellos. Después de dos semanas renunciaban y terminaban locos. Por eso decidí que yo tendría que hacer la prueba. Llevo tres años cultivando estas bestias que han terminado por agotarme en todos mis sentidos. Desde que las tengo no había considerado razones para deshacerme de ellos, tenía controlado la cantidad de cerumen que generaba, hasta que un día me descuidé y no tenían hambre. Llevo ahora nueve semanas intentando controlarlas todos los días con mil quinientas doce horas sin dormir y sin soñar. Se ha agravado mi constitución física. Me he mantenido vivo a base de drogas, tanto ilícitas como farmacéuticas. Sin embargo, siendo mi último reporte, Señor Presidente, he encontrado, por fin, el nombre de la medicina: Colt .45.


 

Estudió Matemáticas Aplicadas en el ITAM con estudios parciales en la UNAM y la Universidad de Estocolmo. Ha sido profesor de Matemáticas en nivel superior y medio superior en varias instituciones públicas y privadas. Actualmente se dedica al deporte, desempeñándose como atleta profesional y entrenador de triatlón. Sin duda, reconoce el deporte, la escritura y literatura como formas intrínsecas humanas de expresión artística.

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