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vaterevista

Joder (parte II)

AN. LOAH.

[..] ¿Ves a esa mujer al otro lado de la barra? - ¡Sí! - Me he enamorado, es toda una poeta. - ¿Cómo sabes que es una poetisa? ¡Ni la conoces, hombre! – Está bebiendo vino.


No podía dejar de verle las piernas e imaginarme sus bragas zafándose de esos blancos y tersos pilares.


¿Qué tanto miras, hombre? ¿Nunca has visto a una mujer? – Por supuesto, es de mis pasatiempos favoritos, pero estoy seguro que tú no eres de aquí. Te conozco pero de otro lado. – ¡Ah! ¿Si? ¿de dónde? – Estoy seguro que de mis sueños o de algún amigo y sus fantasías, porque no eres una mujer. Eres ¡ella!


Salimos de aquel lugar, las calles europeas del centro de México le daban ese toque a ella, la de tacones y cartera; yo, el perro callejero.


Íbamos caminando en algún lugar, de esos lares donde se puede sonreír y el sol apuesta todo para que te favorezca. Creo que nos tomamos de la mano, de esas veces que no te das cuenta. Creo que nos miramos a los ojos y sonreímos, como cuando ves el alma de la persona a través de ese par de soles. También que sonreíamos por cosas sencillas, como cuando eres niño y un colibrí interactúa contigo. Creo que reíamos, como cuando estás ebrio y feliz del momento.


Me besó mientras frotaba sus tetas en mi pecho, ella sólo se separó de mi para mirarme y dijo:


- Estoy ebria y no quiero insinuaciones sentimentales.


- No te preocupes, cariño. Lo que hay aquí son insinuaciones sentimentales- le tomé la mano para ponerla en el bulto de mi pantalón. Ella se mordía los labios. Saqué mi anforita, le di un trago y le escupí.- Para que te quede claro que no me interesa lo que llegues a sentir más allá de mí, perforándote.


Era un buen coño, algo que te sirves con un buen queso, algo lechoso, pero no le olía el culo cómo a los hombres, estaba hecho de otro material. Seda, porcelana. Quizás un tanto de lana y al… ¡Joder! Como jode ese monumento después de la jodienda para terminar jodidos entre fluidos. Amábamos jodernos.


Sin abrazarme, agarraba mi trozo de carne cómo una niña y su juguete favorito. Me miraba y me decía:


-Tienes un rostro tosco, no eres feo pero no pareces un hombre.


Yo fumaba mi cigarrillo y con el humo en las palabras le decía:

-Cariño, si fuera una especie de hombre no te comería el culo, ya sabes me regiría sólo por el coño, besos, palabras dulces utilizando cubiertos sin ensuciarme. Algo así creo que dice Carreño en los modales del buen comer.


-Me gusta que seas sucio, qué me comas desde la campana pasando por la vulva y llegando al peroné para que me comas todo el culo, sin importarte mis estrías o mi piel algo marchita.


-Eres una mujer de la vida real y yo sólo un borracho. Mañana seguirás en tacones y cartera, con tu carro y llegando a casa. Yo seguiré, espero, ebrio, buscando que otra mujer me dé asilo a cambio de mi trozo de carne jajaja. Así que seguramente estaré sobrio, yendo al matadero porque no tengo varo y terminaré llegando a casa de mi madre.


Ella se reía y se agachaba a chuparme más la polla, parecía interesarle una mierda mi situación, pero no tanto como para hacerme eyacular mis penas con su boca. Pensaba que quizás en algún momento fue algún tipo de monja porque vaya que sus oraciones en mi polla aliviaban mi mal.


Yo les contaba a mis amigos que había encontrado a la mujer perfecta, era amor carnal de parte de ella y de parte mía, era un amor de bebida.


Todo fluía, como sus piernas en mí, montada y el ron en mi garganta. Sudábamos y sudábamos hasta que un día le pregunté por ella, si le gustaba el café, si prefería un mañanero o bañarse. Cómo le gustaba el desayuno y ella empezó a tener en su refri alguna cerveza para mi, me preparaba el desayuno, quería saber cuál era mi comida preferida para prepararla, empezó a preguntar por mi familia y por qué no me gustaba expresar mis sentimientos. Empezamos a dormirnos en el pecho.


Un día simplemente me pidió que le dejara de buscar, yo sólo hice lo que mejor sabía hacer. Seguir, ni triste ni feliz. Solamente respirando, bebiendo, fumando, leyendo, escribiendo, follando y jodiendo.


Salí del baño vomitado y solo pensaba “Podrás dejar que el mundo se desmorone.... Que la mente se desparrame... Pero jamás dejes que la cerveza se derrame.”


Seguí bebiendo…

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