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Querida mamá

MARÍA INÉS FLORES NACHÓN

Querida mamá:


Discúlpame, estoy abrumada y no puedo más, necesito hablar con alguien y tú eres la indicada. No sé si haya sido la mejor decisión. En los últimos meses han pasado cosas que jamás me hubiera imaginado, me he convertido en otra persona, yo estaba limpia y él me manchó. Mamá, me duele todo mi cuerpo y mi piel está sucia, oscura en donde él la tocó, estoy muy lastimada. Me duele mi espalda y mis piernas, pero sobre todo me duele el alma.


Quiero que me ayudes y te pido que guardes mi secreto. No me juzgues, tal vez pienses que fui una cualquiera, que fue mi culpa, que yo lo provoqué, pero te juro que no fue así. ¡Por favor, créeme! Fue terrible, violento, grosero y yo no quería. Dije que no una y otra vez, no le importo, ni siquiera me oyó, arrancó mi ropa agresivamente y con ella mi alma, mi tranquilidad y mi alegría.

Perdóname, quería ser como tú pero no pude. Sé que no soy fuerte. No puedo cargar este peso sobre mis hombros y por eso acudo a ti. Ahora estoy rota, estoy a medias. No creí poder aguantar ni tampoco él, no podía tenerlo. Mamá, no sé lo que hice, pero sé porqué lo hice. No sé si haya sido lo mejor, pero por lo menos estoy segura de que está con Dios.


Ahora me siento una asesina y eso nada podrá cambiarlo. Seré juzgada por mi propio reflejo, por mi propia mirada, hasta la parte más oscura de mi sombra parece brillar más que mis ojos. Me miro en el espejo y no me encuentro. Sólo veo un trozo de carne, empapada en su propio llanto, cuyo interior está podrido.


Mamá, no sé si lo que he hecho ha sido lo correcto. Tal vez debí darle una oportunidad, pero el terror que me invadía me hacía pensar que él iba a provocar mi martirio. El constante recordatorio de las circunstancias de su origen me iba a llevar a la locura, creo que ya lo estoy. ¿Qué he hecho?


Mamita no fue mi culpa, pero siento como si lo fuera. Yo no pedí traerlo al mundo, pero tampoco sé si yo debía decidir si se iba o se quedaba. Mi cabeza está llena de dudas. Solo quiero que me abraces, no me ayudes a olvidar, porque merece por lo menos ser recordado. Ayúdame a pedir por él, ayúdame a pedir por mí, ayúdanos a llegar al cielo.

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