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Retrato.

JORGE G. FERNÁNDEZ

Vi el retrato en la red y sin pensarlo,

con un futuro irreal, soñé despierto

sobre una vida feliz, yo ahí, a tu lado,

mientras juego gentil con tu cabello.


Vi en tu rostro el brillar de lo divino

y en tus ojos la sombra del dolor.

En tu gesto vi a Dios, ahí escondido

y en tus labios quisiera vivir yo.


Yo pensé no entender la Mona Lisa,

hasta que aquel retrato yo observé.

Vi aquella dualidad que en ella habita,

encarnada de nuevo, hecha mujer.


Entendí, por primera vez en años,

lo que el arte me puede hacer sentir.

Cómo cura su luz todos los daños,

cómo vale la pena aún existir.


Quise hundirme en tus ojos y perderme,

en el mar infinito de tu piel.

Explorar los rincones de tu mente

y tu vida completa comprender.


Tras un largo observar, cerré los ojos

y traté de pensar cómo eras tú.

Te pinté con detalles minuciosos,

hasta la última sombra de tu luz.


Aprendí a caminar al lado tuyo,

inventé la cadencia de tu voz,

exploré junto a ti todos los mundos,

que mi mente a nosotros nos creó.


Tras un rato, salí de aquel ensueño

y al retrato de nuevo yo observé.

La modelo era poco más que un cuerpo

arreglado en la forma de mujer.


No podía yo saber lo que ella era.

Qué soñaba, qué le gustaba hacer.

Era bella, bellísima, perfecta,

pero yo aquel amor ya no encontré.


Reparé en el dolor de aquellos ojos,

que en mi vida anterior yo descarté.

Y entendí, aunque sea tan sólo un poco

lo que antes ni de cerca noté.


La modelo que yo tanto admiraba,

ya notaba su triste porvenir,

pues la gente, por miles, la miraba

sin centrarse jamás en su sentir.


Esas poses que ya tenía estudiadas,

escondían gran hartazgo y depresión.

Se sabía un maniquí que no importaba,

reemplazable, una cosa, una ficción.


Cómo duele observarte así, tan triste.

No soporto la farsa tras de ti.

Esa luz que irradiabas ya no existe

y al retrato yo al fin sobreviví.


Con los ojos cerrados, yo te pienso

Y dibujo tu rostro una vez más.

Te libero, o al menos eso intento,

yo quisiera a tus ojos darles paz.


Mas no puedo, modelo, yo curarte,

ese paso es trabajo personal.

Yo quisiera el mensaje poder darte,

esperando lo puedas tú escuchar.


Vi el retrato en la red y sentí rabia

del engaño que allí te atrapó a ti.

Eres fuerte, mujer y también sabia.

Y eres mucho mejor que un maniquí.


 

Ingeniero de profesión, escritor de corazón.

Nacido en el Distrito Federal, actualmente viviendo en la Ciudad de México.

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