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Solo un sueño.

MARIANA CISNEROS MIRANDA

Sentí como me sujetaban del cuello, seguido de una fuerte presión en el pecho, me estaban aplastando. Abrí los ojos, esperando ver a mi agresor, pero mi habitación estaba vacía. Me encontraba acostada en mi cama, veía mi habitación en la penumbra. Nada estaba fuera de su lugar pero había algo extraño en el aire, algo que había interrumpido mi sueño. ¿Que era?


Podía sentir algo anormal en mi habitación. Decidí acomodar las cobijas que tenía encima pero fue en vano, algo impedía el movimiento de mis brazos. Intenté patear las cobijas, otro intento fallido. Mi cuerpo estaba atrapado por alguna fuerza ajena a mí, impidiéndome cualquier movimiento en la cama. Miré a mi alrededor, no vi nada fuera de lo común hasta que mis ojos se dirigieron al lado izquierdo de la habitación. Por el rabillo del ojo pude observar una sombra, no logré distinguir exactamente qué era, pero estaba ahí.


Reacomodé mi cabeza, buscando lo que había visto. Nada. Nuevamente intenté mover mi cuerpo para levantarme. En ese último intento pude ver que la sombra se movía de donde estaba originalmente, se dirigía al frente de mi cama. Pude verlo mejor, no podía ver los detalles pero era una figura alta, de brazos y piernas largas, su cabeza era ovalada y alargada. Se colocó frente a la cama, podía sentir su mirada sobre mí. Observé como movía uno de sus brazos hacia mí, su mano se acercaba lentamente a mi cuerpo, pude sentir sus fríos dedos alrededor de mi cuello, era la misma sensación que me había despertado. Intenté gritar pero mi voz quedó prisionera en mi garganta, era incapaz de pedir ayuda. Mi corazón comenzó a latir muy rápido, podía escuchar mi respiración entrecortada y se podía oír un ligero murmullo proveniente de lo que sea que estuviera frente a mí. Mi cuerpo comenzó a temblar, perdí sensibilidad en mis extremidades, sólo podía observar la figura que me tenía sujeta por el cuello. Sentía sus fríos dedos contra mi piel.


De pronto pude respirar y vi como se alejaba de la cama, se acercó a una de mis repisas y tomó una botella de perfume, le quitó la tapa y disparó, dejando la habitación con un aroma dulce. Antes de desaparecer pude ver que la colocaba sobre el tocador, cerca de mi maquillaje.


Sonó mi alarma, abrí los ojos y parpadeé varias veces hasta lograr enfocar mi mirada. Lentamente me senté en la cama, estirándome. Miré a mi alrededor, como todas las mañanas y pude notar algo diferente en mi tocador.


Y un olor dulce en la habitación.

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