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Toda una vida.

ISAURA OCAÑA

Para mi madrina Pati.

El jardín estaba lleno de mesas y cubierto por una carpa blanca, por aquello de la posible tormenta que pudiera suscitarse, pero aún con las nubes el sol brillaba en lo alto. Los invitados miraban cada uno desde su mesa a la pareja en el centro de una improvisada pista de baile. Ella, una morena alta y elegante; él, esbelto y con una piel clara que contrastaba con el blanco de sus cabellos.


Se movían al ritmo de un perfume de gardenias y se apoyaban uno en el otro, como si llevaran años haciendo lo mismo, claro que así era. A cada paso parecían desvanecerse en el tiempo de la canción y por un momento, reflejaron la juventud de años anteriores, podían verse como lo fueron entonces pero también como lo eran ahora. Después de tantos años, el amor se sentía como en el momento en el que surgió.


Las miradas encandiladas por la escena poco a poco se apartaron para darle privacidad a la pareja, que se susurraba al oído los versos de aquella canción y la dedicatoria era mutua, por todos los años juntos. Si alguna vez vi el amor fue ese día y todos lo sentimos, por eso apartamos las miradas, porque momentos como esos se disfrutan más de a dos.


Por un instante fueron jóvenes de nuevo, pero también dos personas experimentadas y satisfechas con la vida por todo lo hecho, por lo que les quedaba aún por hacer. Giraron para desaparecer entre la melodía y los recuerdos más importantes de la vida que crearon al unirse como uno, cargando los mejores y peores años en un abrazo tan fuerte, tan resistente como la voluntad de un Prometeo encadenado. Al pasar los años, sin darnos cuenta, son los recuerdos los que mantienen vivo al ser humano y cuando los junta con alguien ajeno, quien se convierte en cómplice, se da cuenta de que ha creado un mundo dentro de otro.


La hipnótica danza terminó con la mirada de los enamorados al caer la última nota musical, bien pudieron estar en cualquier otro lugar y el sentimiento seguiría siendo el mismo, la sonrisa de ambos sería siempre joven a los ojos de cupido. Rafa, sin pronunciar palabra alguna, le declamó su amor a su amada Pati. Ella sería de él como él de ella y lo único cierto es que no dejarían de bailar juntos, en los momentos de felicidad robados encontrarían la certeza de la unión de su existencia y sentirían esa extraña conmoción que te deja el presenciar toda una vida en un instante.


 

Estudiante de la licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas de la Universidad Veracruzana y cuenta con carrera técnica en Contabilidad. Es originaria de Xalapa, Veracruz; vive en la ciudad desde su nacimiento. Protagonizó la obra de teatro “Ciahuameztli Nenequi Icihuca” (“La Señora Luna sigue caminando”), monólogo escrito por Ana Iris Nolasco, el cual se presentó el 08 de marzo de 2016. Escribió guion para TeleUV y participó en la realización del Spot de la FILU 2018.

Es apasionada por las artes; la lectura y la escritura la han acompañado a lo largo de su vida. Escribe teatro, cuento y ensayo.

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