top of page
Buscar
vaterevista

Actuar es el acto más profundo

JOSÉ SANTIAGO


“Actuar es el acto más profundo, mágico, deleznable, perfecto, incorrecto y anestésico, que jamás nadie podría vivir, sino en el proscenio de un gran escenario.”

José Santiago


El teatro es, a nivel nacional, una de las artes más longevas y, al mismo tiempo, una de las que se sitúan en peligro de extinción, de supervivencia; de intento, sobre intento para atraer al público a esos espacios diseñados (o no), en los que cada noche de fin de semana se dan y ofertan a una comunidad un par de horas mágicas e inesperadas en las que se aprende, se llora, se sufre, se ríe, se hace conciencia y se bordan anécdotas e historias trasladadas a un guión que va eligiendo sigiloso a sus actores.


El Teatro es un maestro en la enseñanza de la catarsis: la respiración a la misma velocidad, el corazón al mismo ritmo, la sangre corriendo por las venas con la misma presión, envolviendo a cada miembro que yace sentado en su butaca, tratando de comprender qué dejará en su mente dicho periplo. Estos espacios despiertan, nos hacen analizar, criticar y atender la vida desde sus múltiples posibilidades y perspectivas. Sin embargo, hoy esta isla extraordinaria va desapareciendo y dejando dudas cada vez más grandes sobre el todo y la nada; se va alejando al ser de sus hábitos artísticos, por ende de una educación que se fundamenta en la sensibilidad y el valor de la tolerancia y el respeto.


Cada día se lee menos, así como cada día hay menos gente en los teatros, eso ha ido minando insoslayablemente a una sociedad que antiguamente poseía un sentido de raciocinio mucho más elevado y exigido que el que hoy se plantea. Se olvidan o jamás se aprenden los números telefónicos de los otros; no discernimos, copiamos y pegamos.


No hay ya más interés sobre el todo. El teatro ha dignificado por siglos la verdad y la ficción, la fantasía y la acción, mantenía una llama encendida sobre el posible naufragio de su evolución. No hay más teatros llenos de gente intelectualmente preparada, capaz de comprender un remate con humor negro sobre un hecho histórico.


"Sin descalificar el esfuerzo escénico, porque ese es inevitable para hacer teatro, seguimos consumiendo obras dada por las mismas televisoras, que tanto daño han hecho a millones con su manipulación reflexionada y premeditada"

El teatro que se vuelve itinerante, educa o no a un pueblo, le muestra en su propia cara el rostro real de sí mismo, le hace responder cuestionamientos, o despierta su asombro. Gobiernos, países y líderes han logrado paralizar las mentes creativas, críticas y discrepantes. A través del miedo, han detenido el progreso artístico, lesionando a través de doctrinas constantes y mentirosas a millones que ávidos de conocimiento cultural, terminan escuchando la vieja letanía: “Haz algo que te permita vivir, con esto te morirás de hambre”.


Se están desapareciendo las carreras humanistas para homogeneizar a las naciones y convertirlas en simples esclavos adaptables, sin capacidad de transformar. Empresarios abyectos que aluden a prácticas insanas para paradójicamente mantener sanas las suyas. Estos que han arrebatado el teatro a los teatreros, levantando ámpula con sus teatros TELMEX, esos que han dejado a un lado al talento local para acercar obras creadas en otros países y de los que, gracias a dicho adoctrinamiento, prefieren comprar; esos que nos avientan en el rostro ignorante “Cats”, “El hombre de la Mancha”, “El fantasma de la ópera”, cuando ni de ópera sabemos, gracias a que no se le contempla como un arte digno de difusión. Si bien es cierto que la tecnología ha permitido que conozcamos o tengamos más información al respecto, aun así, seguimos considerando espurias a aquellas puestas en escena que a base de becas y esfuerzo independiente surgen.


No somos pueblo de gran capacidad para la observación de éstas. Sin descalificar el esfuerzo escénico, porque ese es inevitable para hacer teatro, seguimos consumiendo obras dada por las mismas televisoras, que tanto daño han hecho a millones con su manipulación reflexionada y premeditada, “bodrios” monumentales pero con gran atractivo taquillero como “El Don Juan Tenorio” de los mascabrothers. Reitero, no critico ni juzgo al actor y su esfuerzo, sino a la denostación de la obra misma.


Al mundo en definitiva, le hace falta una sacudida teatral con buenas dramaturgias y críticas sin amarres y sin condicionantes gubernamentales, morales o religiosas. El teatro cambia al mundo gracias a tan sutil y alocada manera de abordar los temas, las técnicas y la necesidad por contar algo. El mundo sin teatro, se vuelve sin poder detenerlo, un escenario real en el que cada uno debe aportar algo, para que los personajes y el guión no escrito, suceda en el aquí y ahora.


 

José Sosa Márquez, también conocido como José Santiago, es un escritor, guionista y actor mexicano. Egresado de la Univerisdad Iberoamericana con la Licenciatura en Comunicación. Cursó talleres de dirección y producción cinematográfica en la Escuela de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, Cuba y tomó talleres de fotografía con el maestro Rafael Corkidi en México D.F.

Su carrera profesional es muy extensa, fungió como académico en la Universidad Iberoamericana Santa Fe (México D.F) e Ibero Puebla, en Universidad UVM, Puebla y en el Tecnológico de Monterrey, campus Puebla. Ha sido tallerista en la Vancouver Film School de Canadá.

Es ganador de premios nacionales e internacionales de cortometraje.

11 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Comments


bottom of page