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Con la piel en los huesos.

Actualizado: 5 sept 2019

JOSÉ SANTIAGO




"No existe una sola manera de ver las cosas, somos asimétricos, discordantes, no hay manera real de homogeneizarnos, somos únicos e irrepetibles, caminamos al compás de diferentes soundtracks, somos guiones individuales, con personajes propios, historias delicadas, asombrosas, detalles, sombras, procesos, se lee nuestra realidad sin tratar de convencer a nadie de una vida buena o mala. Somos los actores y sus circunstancias, somos progresiones dramáticas bien estructuradas"


José Santiago

No existe frase más contundente que la que surge de una poesía y llama a los locos a unirse al festín:

"... ¿Tú vida ha sido lo suficientemente buena, para que una película se base en ella?...
Jim Morrison

El 98% de nuestras vidas la pasamos tratando de satisfacer las necesidades de los demás y nos perdemos de vista sin notarlo. Los problemas ajenos se vuelven prioridad y nos vamos diluyendo poco a poco en nuestra propia historia. Nos volvemos el personaje menos querido, el autocompasivo, el extra.


Nuestra fuerza radica justo en darnos cuenta de que al ser dueños de nuestros propios derechos de autor, podemos navegar y ser quienes queramos en este juego delicado de vida. Somos muerte, somos vida, decidimos qué personajes están y cuáles desaparecen, con quiénes nos enfrentamos y a quienes desaparecemos. Elegimos las locaciones, los momentos, las escenas, decidimos qué espacios en conjunto y conjuro de su arte le sientan mejor a nuestro momento, y disponemos de nuestra propia iluminación y palabras.


Aquel que logra entender la magnitud del hecho, jamás vuelve a la nimiedad de envolverse en su propio vómito agónico, hace a un lado la autocompasión, se escinde de lo absurdo, impide que sus pensamientos se vean cooptados por personajes secundarios o sus némesis, impide que las emociones sean alteradas por un productor o director ajeno, no se lamenta de sus decisiones pues sabe que abrirán una nueva posibilidad. Permite el error sin auto flagelarse, lo disfruta y aprende para seguir contándose sin repetirse.


Nuestra película, nuestra historia. Elegimos nuestros scores y nuestros soundtracks, los llevamos en nuestros oídos, en nuestros autos, en las calles. Cada uno convierte su guión en realidad. Haciendo scoutings constantes, mercados, calles, centros comerciales, ríos, lagunas, montañas, playa, los tacos de la esquina, los espacios de vivienda, los bares, nuestros espacios personales.


Hemos perdido el rumbo de la realidad, castrando nuestros deseos legítimos por los deseos de productores asociados, que intentan dirigir nuestra existencia basados en sus propias experiencias. Hemos permitido incluso, que otros califiquen nuestros escritos o CAMBIEN NUESTRAS FOTOGRAFÍAS y mantenemos un silencio largo, hasta que entendemos que esos son los personajes que desaparecerán en la siguiente escena. No hay más. Los protagonistas somos nosotros, elegimos nuestros procesos, nuestras circunstancias, nuestras progresiones dramáticas, nuestros plot points, nuestra fotografía y el equipo a usar. }


Cada momento elegido, cada fenómeno vivido, cada espacio ocupado, cada decisión tomada, cada locura vivida, elegida, bebida. Cada frame tomado para su edición y montaje, cada frame excelso, pero que no converge con la historia y tiene que ser desechado, forma finalmente parte de nuestra película, de nuestra historia escrita y no escrita.


Aprendemos a escuchar, a concatenar, a degustar los puntos de vista de los próximos, de nuestros asistentes de dirección, de nuestros lectores de guión y de quienes viven ávidos de nuestras anécdotas; al final las decisiones siguen siendo nuestras.

Tenemos el derecho a protagonizar escenas de acción, de drama, bélicas, cómicas, biográficas, fantásticas, cada una es parte de nuestra esencia, de nuestra energía pura en las venas, en la mente.


Nuestro cine genera endorfinas en el ser, entorno, contexto y cada pedacito de rollo, se convierte en una posibilidad de revelado, de impresión, de presentación en el cine más grande de la historia, ese que se ve desde nuestros ojos, desde nuestra pantalla personal. Con nuestro sonido propio, con sus folyes, sus narradores y sus espectadores fieles. Jamás nos daremos cuenta cuando estamos dirigiendo, de cuántos nos ven, nos siguen, se enamoran y perdemos la capacidad de respeto, y la responsabilidad de cada acto practicado. Somos más de lo que creemos, pero no lo vemos, no lo entendemos, porque dejamos en manos de productores ajenos nuestro screenplay. Nadie sabe mejor que nosotros lo que el protagonista necesita para existir, para trascender, para explorar, para expandir, pues el protagonista somos nosotros.


No hay peor estupidez que dejar nuestra historia en manos de quienes, frustrados y sin talento, compelen a nuestra praxis a volverse en nuestra contra. Los contaminantes, los enemigos de la historia, esos que deben ser expulsados sin contemplaciones.


Somos dueños intelectuales de nuestra propia existencia, así que la siguiente vez que despiertes, que el guión dicte un fade in, que sea el mejor metraje que hayas contado en tu vida. Con la piel en los huesos.


 

José Sosa Márquez, también conocido como José Santiago, es un escritor, guionista y actor mexicano. Egresado de la Univerisdad Iberoamericana con la Licenciatura en Comunicación. Cursó talleres de dirección y producción cinematográfica en la Escuela de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, Cuba y tomó talleres de fotografía con el maestro Rafael Corkidi en México D.F.

Su carrera profesional es muy extensa, fungió como académico en la Universidad Iberoamericana Santa Fe (México D.F) e Ibero Puebla, en Universidad UVM, Puebla y en el Tecnológico de Monterrey, campus Puebla. Ha sido tallerista en la Vancouver Film School de Canadá.

Es ganador de premios nacionales e internacionales de cortometraje.

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