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Cuando el cuerpo calla.

JOSÉ SANTIAGO

"No hay virtud más grande que la de saber en qué momento las palabras pueden ser más asesinas que un disparo. Pocos lo ven, pocos lo escuchan. Somos altamente peligrosos al momento de sucumbir ante el infierno de Dante y ahogarnos en nuestra propia sangre, soberbia, desinterés"


José Santiago

Crecimos con graves carencias, una de ellas es el respeto al otro, a sus ideas, a sus tiempos, a sus deseos y amores, a sus pasiones y vida. Pasamos la vida creyendo que somos nosotros los que debemos cambiar al mundo, olvidando cambiar el nuestro primero. Abrimos mucho la boca para declararle la guerra a quien se atreva a discrepar o simplemente no estar de acuerdo con pensamientos concretos.


Los paraísos del diálogo se han desvanecido, se fueron a vivir al sótano de la inconsciencia, ahí dormitan, ahí cavan su agonía y se desprenden de la honestidad del discernimiento. Como viejos fantasmas, habitan nuestro hogar mental y ahí, sin alejarse tanto, nos recuerdan de vez en cuando que en algún momento fuimos puros, sin justificaciones, sin contaminación en las venas y podíamos sorprendernos, sentirnos infinitos.


Hoy el acto cavernícola de asimilarnos como cuerpos lapidables, nos ha llevado a la normalización de la violencia en todos sus ámbitos y nos ha cegado, pues sólo la vemos cuando existe de manera física. Desgraciadamente, ésta, se manifiesta con gran poder en actos distintos, en palabras, acciones y ocurrencias que desvirtúan al ser mismo y lo convierte en objeto de una sociedad corrompida y devaluada.


"Hoy los temas sobre violencia se han vuelto más una moda que una necesidad por cambiar las cosas, hoy es más fácil ver un video de alguien que graba un acto desmedido, que verlo ser sujeto de dicha historia."

Hoy, vemos una militarización desbordada en todos los lugares del mundo, un desprecio policiaco contra los pueblos y una insoslayable descomposición que ha dejado trabajar en completa libertad al crimen organizado. Matan, secuestran y violan de la misma manera que lo hacen marines, militares y policías, ya no hay distinción, todos actúan igual. Todos están corrompidos y usan su envergadura como protección absoluta para denostar y acribillar a cualquier ciudadano que "se pase de lanza" o no les llame "autoridades". Hemos hecho que la violencia sea natural, orgánica y hasta mística.


Soluciones existen, pero familias ya no, esto hace sumamente complejo cambiar las cosas. En casa se ejerce todo tipo de ira y es justo ahí donde todo sucede y nace, es ahí donde nos mostramos a los nuestros y les enseñamos a ver con naturalidad los procesos destructivos, esos que van permeando la vida cotidiana y que nos convierte en un mal chiste: "Cállate o te pego", "atiende a tu hermanito", "haz lo que te digo o vas a ver"


Así, con base en amenazas y miedo logramos este basurero actual. El miedo paraliza, los gobiernos lo saben; las universidades, las primarias, secundarias, preparatorias, lo saben también y es así como se educa a los pueblos, así se les entrena, se les limita, se les controla.


Hoy los temas sobre violencia se han vuelto más una moda que una necesidad por cambiar las cosas, hoy es más fácil ver un video de alguien que graba un acto desmedido, que verlo ser sujeto de dicha historia. Nos hicimos fríos ante la cruenta y cruel realidad.


Somos hoy, nocivos, petulantes, arribistas, incongruentes, abusivos, intolerantes. Unos luchan contra la fiesta brava, pero defienden el sentido del género, otros levantan perros en la calle, pero un méndigo es para ellos un cáncer social, la incongruencia, es nuestra bandera y hablamos de amor al otro, pero la realidad dicta que ese amor, sólo lo merecerá aquel que piense como yo quiero. Eso hermanos, es violencia, sobre proteger a un hijo, es violencia, amar desmedidamente, enseñando el arte de la abulia y el abandonismo, es violencia también.


No nos confundamos, ni nos hagamos bolas, es muy fácil mercadear o marketinear la violencia y vender spots y playeras y gorras y cantidades absurdas de souvenirs, pero el fondo incontrolable, seguirá ahí, transmitiéndose, de generación, en generación, escuchando al padre o madre gritar improperios a los otros, peleándose con la señora de las verduras o con el taxista. Eso es lo que hay, lo que somos, la educación terrible que vivimos y que expandimos.


La fe no se pierde. Hay aún quienes agotados luchamos, principalmente contra nosotros mismos y mientras ese proceso camine y coexista, no es necesario perder la esperanza ni tratar de seguir convenciendo a nadie de lo contrario. No importa cuan lento avances, siempre y cuando te mantengas en el camino.


 

José Sosa Márquez, también conocido como José Santiago, es un escritor, guionista y actor mexicano. Egresado de la Univerisdad Iberoamericana con la Licenciatura en Comunicación. Cursó talleres de dirección y producción cinematográfica en la Escuela de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, Cuba y tomó talleres de fotografía con el maestro Rafael Corkidi en México D.F.

Su carrera profesional es muy extensa, fungió como académico en la Universidad Iberoamericana Santa Fe (México D.F) e Ibero Puebla, en Universidad UVM, Puebla y en el Tecnológico de Monterrey, campus Puebla. Ha sido tallerista en la Vancouver Film School de Canadá.

Es ganador de premios nacionales e internacionales de cortometraje.

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