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De amores y otras alabanzas.

JOSÉ SANTIAGO

“Y aprendieron a amar a sabiendas de sus grandes carencias y sumaron el cinismo a enseñarlo, cuando aún no sabían ser maestros”

José Santiago


Una de las mejores formas de aceptar al otro, es ser conscientes de la capacidad que tenemos, o no, de aceptarnos a nosotros mismos. La mayoría del tiempo solemos satisfacer las necesidades de los demás para halagarlos, que es diferente a ser serviciales. El servicio es un don y no cualquier persona quiere acceder a él. Tener la naturaleza de servir genera una satisfacción absoluta, que tristemente muchos han tomado como una forma de abuso. He sido servil durante toda mi vida y he dicho “te amo” muchas más veces de las que puedo creer que lo he hecho. Eso suele hacerle pensar a los próximos que no puedes avanzar o seguir sin ellos, que eres un dependiente de su energía. El mundo está confundido ante tanta información que circula tan rápido y con fácil acceso.


Hemos perdido el sentido de servicio. Hoy usamos teléfonos con alta tecnología que deberían servir para acercarnos a los más lejanos; sin embargo, hoy esos aparatos nos alejan de los más cercanos. No encontramos el equilibrio que nos permita amarnos, dialogar y conocernos.


Para conocer al otro basta mirarlo a los ojos y comprender que respira, entonces vive y está ahí al alcance de nosotros. Cuando el corazón aprende a servir, aprende a aceptar, pero cuando no lo hace, suele utilizar herramientas como el engaño, la mentira y la calumnia. No los juzgues, apóyalos, sé ese instrumento de servicio. No importa cuán lento avances, siempre y cuando, te mantengas en el camino.

La aceptación de nosotros mismos es el camino que abrirá las puertas de una vida saludable y espiritualmente sólida, esa que nos permitirá no gastar nuestra energía en cosas que simplemente no valen la pena, para enfocarlas en servir a quienes nos rodean.


La paz, la armonía y el respeto son entidades vivas que no deben suponerse. Cuando alguien se altera por las palabras de los otros, o simplemente supone su contenido de fondo antes de cuestionarlo, suele ser el más apto y vulnerable para romper la paz, armonía y respeto de los próximos.


No puedes permitirle a tu sistema mentirte para dañarte, no puedes siempre ejecutar sin reflexionar, no puedes afirmar o echarle la culpa a alguien por tu falta de paz, armonía y respeto verdaderos. Cuidado con el brutal cinismo humano al generar comentarios como: “nada más hablo contigo y me altero”, “con todos estoy bien menos contigo” o “estoy avanzando en mi, pero cuando estás todo se va hacia atrás”. Si eso te sucede, debes detenerte con paz, armonía y respeto para analizar con mucha calma y paciencia lo que dices estar haciendo en tu proceso personal.


Cuando el proceso va con real fin o meta, entonces aprendemos a entender que los oidos pueden cerrarse cuando escuchamos contenidos que polucionan nuestra mente, podemos cerrar el corazón a lo que nos pueda lastimar y abrimos la armonía para convencer a aquél que está molesto, deprimido o, simplemente, enojado con simples acciones o palabras que cambien el rumbo de sus debilidades. Casi toda la gente enojada, triste o deprimida pasa por conflictos importantes que al externarlos, lo único que nos dicen es que no los hablan con nadie. Seamos pues instrumentos de amor, armonía, paz y respeto para aquellos que no han sido escuchados, ni abrazados por nadie.


El cambio real, es cierto, parte de uno mismo pero si es real siempre se expandirá inevitablemente a todos, no esa torpeza de decir: “Yo estoy bien con todos, pero contigo no.” Todos es la realidad de un avance emocional y espiritual.


La máxima cura del alma, es la conciencia de tenerla. Cuando avanzamos con enojo, odio, ira o cualquier otra emoción aprendida, envenenamos los ríos que llegan justamente a ella; polucionamos y erosionamos el amor. Nuestras mentes están capacitadas para enfrentarnos a nosotros mismos, a emplazarnos, a ser autocríticos y duros para generar cambios que logren crear espacios y momentos de absoluta paz. La mente jamás deja de hablar y es ella quien irrumpe el camino de armonía del alma. La mente se vuelve la némesis. Sólo para de decir: “Renuncia, no puedes, déjalo”. Debemos aprender a callar la mente, dejarla en blanco y permitirle que acuda y atienda a lo verdaderamente importante.


El amor es la magia que alimenta totalmente al mundo. Las despedidas suelen ser dolorosas, lo mismo las pérdidas. Sin embargo, cuando abastecemos a la mente de paz, de amor y armonía, permitimos que sea el alma la que hable y se anteponga al ego. Permitimos que sea el alma la actriz principal para sembrar en buena tierra estos valores y acciones.


El alma tiene la fascinación de ser y estar, aquí y ahora. No tiene prejuicios temporales. Sabe que cuando el amor es honesto y sincero se puede confiar con los ojos cerrados.


El alma es un ente vivo que requiere de alimento espiritual, de lo contrario hagas lo que hagas, siempre sentirás que la labor es incompleta. Nada te llenará ni será satisfactorio. Sufrirás de estas enfermedades actuales improvisadas para darle cabida a empresarios sin escrúpulos, como la depresión, la neuralgia, los desórdenes alimenticios, las migrañas, etc. Sin el alma en orden, sin su capacidad llena, serás simplemente un ser más que no tendrá la oportunidad de comprender su grata misión en este planeta.


 

José Sosa Márquez, también conocido como José Santiago, es un escritor, guionista y actor mexicano. Egresado de la Univerisdad Iberoamericana con la Licenciatura en Comunicación. Cursó talleres de dirección y producción cinematográfica en la Escuela de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, Cuba y tomó talleres de fotografía con el maestro Rafael Corkidi en México D.F.

Su carrera profesional es muy extensa, fungió como académico en la Universidad Iberoamericana Santa Fe (México D.F) e Ibero Puebla, en Universidad UVM, Puebla y en el Tecnológico de Monterrey, campus Puebla. Ha sido tallerista en la Vancouver Film School de Canadá.

Es ganador de premios nacionales e internacionales de cortometraje.

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