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El Cine y el cine.

Actualizado: 10 oct 2019

MELISSA MONTAÑO PÉREZ


Entre muchas de mis inquietudes más superfluas, cuento aquella que surgió cuando alguien a quien acababa de conocer asumió que yo gozaba de una situación económica bastante estable luego de decirle que uno de mis mayores pasatiempos era el cine; cómo me habría gustado que aquella persona y todos los que creen que cuento con los recursos monetarios para ir al cine con frecuencia tuvieran razón. Gracias a esas conclusiones comencé a reflexionar acerca de porqué “el cine” siempre connotaba a mis interlocutores a pensar que el lugar en el que siempre podrían era precisamente ese. Deduje que se trataba de la concepción de que el séptimo arte no es concebido actualmente como tal sino como un espacio físico, un edificio, por lo que al decir “me gusta el cine”, mi destinatario lo interpretaba como “me gusta ir al cine”.


Como lingüista, me propuse encontrar una manera de establecer una diferencia semántica entre el cine que pertenece a las bellas artes y el cine que se refiere al inmueble; por supuesto, no esperaba que Noam Chomsky me premiara por una tesis mental en la que propongo un “nuevo” término para la categoría de palabras homógrafas, ni que se me invitara a formar parte del cuerpo académico de la Real Academia Española después de haber establecido los parámetros que delimitarían los significados que producen la polisemia del término cine y sin embargo, no me arrepiento de haberme atrevido a intentar meter mi cuchara en el mundo de la lingüística y el concepto de cine. Persiguiendo este propósito, concluí que la mejor manera de marcar los límites entre ambos significados del mismo término son las mayúsculas y las minúsculas.


Puedo concebir que la primera connotación del término en cuestión sea el inmueble que cuenta con múltiples espacios, salas, para mirar películas, pero no podría concebir que fuera la única. Reviviría Méliès sólo para volver a morir si supiera que su gran asombroso, innovador y fugaz primer viaje a la luna fue demeritado cuando la sociedad comenzó a concebir el cine únicamente como una construcción física de ladrillos y cemento, en lugar de una construcción artística que retrató las aspiraciones de la humanidad en 1902 sobre la posibilidad de realizar un primer viaje al espacio. Algo similar ocurriría con Fritz Lang si se aventara por la ventana de este edificio su propuesta cinematográfica de la clase baja, rebelándose ante la opresión de la clase alta. Qué decir de lo que diría Coppola si se pensara que la familia Corleone, ficticia o no, no retrataba el imparable poder y alcance de la mafia italiana en los Estados Unidos durante y después de la Segunda Guerra Mundial.


Eso es el Cine, así, con C mayúscula, un retrato de la sociedad en la que ha nacido cada una de las películas que ha llegado en convertirse en un clásico, una obra de culto, un referente de la cultura de una nación; al mismo tiempo, también es un faro de luz que guía al ser humano hacia un futuro que no conoce pero que es capaz de visualizar y volver realidad después de haberlo visto en la pantalla grande. Así ocurrió con Viaje a la luna (1902), Metrópolis (1927), Volver al Futuro (1985) y Terminator (1984), entre muchas otras películas que “nos avisaron” sobre lo que vendría para nosotros cuando el día de mañana llegara. El Cine es el arte de captar lo que ocurrió, lo que tuvo vida, lo que fue, lo que pasa, lo que vive y es hoy, y proyectar como un espejo omnisciente un reflejo que muestra incluso aquello que se oculta detrás de la mente del Hombre, sus aspiraciones, sus sueños, sus deseos, frustraciones, intenciones, incluso sus mayores miedos, aquellos de los que jamás habló en voz alta.


"El Cine está en la pantalla chica y grande, en las manos de los grandes cineastas, de los grandes actores, productores, camarógrafos, maquillistas, vestuaristas, y el cine está en las manos de los cinéfilos."


Por otro lado, en una concepción que roza en un desplazamiento semántico, me atrevo a definir el cine, con c minúscula, como el espacio que me permite disfrutar estos maravillosos retratos que me han permitido conocer no sólo a los grandes personajes de la historia, sino a los grandes personajes de la ficción que han transformado mi perspectiva sobre la vida, el mundo, la gente y el mismo Cine. Aquel espacio en el que puedo sentarme si quiero, o acostarme; aquel en el que puedo reír, llorar o gritar si la película me ha llevado al proceso de catarsis, sin verme limitada por factores ajenos a mí.


El cine puede ser la sala con 200 butacas dentro del edificio en la plaza, pero también puede ser la sala de mi casa, mi habitación. Puede ser mi televisión conectado a mi DVD, a mi Bluray, el proyector, una tela plana que refleja perfectamente la imagen. No pretendo demeritar la funcionalidad del edificio donde se proyectan las películas, pero sí pretendo establecer una concepción más justa para quienes creen que “ir al cine” representa un lujo de los ricos y un esfuerzo o sacrificio de los pobres. El Cine está en la pantalla chica y grande, en las manos de los grandes cineastas, de los grandes actores, productores, camarógrafos, maquillistas, vestuaristas, y el cine está en las manos de los cinéfilos.


 

Nació en Xalapa, Veracruz el 30 de abril de 1995. Es Licenciada en Lengua y Literatura Hispánicas por la Universidad Veracruzana (UV); sus trabajos de investigación están principalmente encaminados en el área de la lingüística. Ha colaborado como reportera y correctora de estilo en el Departamento de Prensa de la UV, y como columnista para el periódico El Dictamen. Trabajó como asistente ejecutiva para Difusión Cultural UV y también ha colaborado como guionista para obras de teatro presentadas en congresos nacionales y como escritora para diversas publicaciones juveniles.

Se dedica principalmente a la corrección de estilo de manera independiente, colaborando con editoriales fuera del estado, medios impresos de divulgación artística y organizaciones gubernamentales e internacionales como la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, con la que colaboró como correctora de estilo en el marco del Día Mundial contra la Trata de Personas.

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