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El lujo de vivir sin hacerlo.

JOSÉ SANTIAGO

"No somos más que una pequeña partícula en este complejo universo y a pesar de entenderlo, saberlo y platicarlo, seguimos enfrascados en historias inventadas, vivimos en las tragicomedias de José Agustín, sobrevivimos de a poco en la ciudad de ciegos de Saramago, robamos sueños sin sentirnos mal o desconectados. Estamos hundidos y acalorados por la cercanía con el infierno de Dante"


José Santiago


El laboratorio creado en la tierra ha estallado por fin en manos propias. Todos hablan de comunismo, de socialismo y de democracia, pero nadie habla de humanismo. El ser es lo menos importante en la historia cuando de inicio el guión refería al ser como principal causa y efecto de la razón y las virtudes tecnológicas, filosóficas, antropológicas, etnológicas, sociológicas, etcétera. La virtud perdió poder y se reunió con la abulia y el abandono. La mediocridad forma parte y ya es legado de las nuevas generaciones y sus circunstancias.


La vida está frente a sus ojos, su sutileza y armonía conectada de forma natural y orgánica; ellos, esos nuevos esclavos posmodernos, esos nuevos esclavos con grilletes invisibles que ven sólo en las bacanales una forma real de vida, de conocimiento y de autoridades incongruentes.


"Nos acostamos con la muerte y nos colgamos en ventanas corrompidas que nos llenan de vida, estando abrazados de la muerte. Hoy se ha perdido el talento del riesgo, las heridas dejaron de ser alegrías y hoy han sido suplidas por abandono."

Se acabó la ética y con su fin, se escindió el valor y se transmutó el sentido común, hoy, lo menos común. Estamos congelados viendo la vida desde un aparato celular que nos permite grabar, pero nos impide actuar. Nadie tiene ya la necesidad de respetar nada y a nadie. Sin historia, sin talento para envolvernos en los objetivos básicos.


Hemos de pedir una gran disculpa quienes pasamos de los 40, sin duda alguna. No hicimos lo suficiente a pesar de luchar como perros por un mundo más adecuado, más perfecto. Hicimos todo por mover los muros y los tabúes. Fuimos los primeros en vivir las uniones libres y que se aceptaran legalmente como concubinatos; luchamos a favor del intelecto, evitando ser tachados por portar tatuajes; realizamos, discrepamos, luchamos y fuimos encarcelados por exigir una educación de calidad, pero al final fracasamos. Nadie tiene hoy idea de nada. No hay universalidad en sus mentes, sus ojos están en blanco y cada contenido en la música, en las artes modernas, amplifican el mundo, cierto, pero también disminuyen el talento académico, pues muchos de éstos no comprenden lo que están haciendo.


Nos acostamos con la muerte y nos colgamos en ventanas corrompidas que nos llenan de vida, estando abrazados de la muerte. Hoy se ha perdido el talento del riesgo, las heridas dejaron de ser alegrías y hoy han sido suplidas por abandono. Creciendo con todo, pero sin nadie.


Esta sociedad está sola, olvidando que la ignorancia es otra forma de violencia. Todos tienen la razón, nadie es vulnerable ante nada, todos son dioses y semidioses en mundo sin reinados reales. Todos hacen, los demás son simios amaestrados. Estamos ante la debacle, ante el resentimiento social de unos contra otros. Para los económicamente acomodados, el problema proviene de los más jodidos y para los menos afortunados, el problema radica en los de arriba.


Esta democracia insípida en la que no hay igualdad de circunstancias, por ende no existe verdadera competencia. Algunos tienen sin problema una Canon 7D, mientras los más desprotegidos, en la misma profesión, encontrarán por ahí alguna cámara usada en un viejo empeño. Sí, es verdad, un aparato no hace al profesionista, pero sí le abre puertas mucho más rápido.


Estamos sin duda viviendo, sin entender la vida. Nos damos el lujo de vivir la vida, sin vivirla. Somos parte ya de este basurero creado para rompernos, para evitarnos, para no solidarizamos y para mordernos hasta sangrarnos. Somos piezas efímeras que terminarán en un museo de mala muerte, pues ya no hay puertas que nos permitan pasar al otro lado. El mundo está controlado, anestesiado y sin ganas de volver a vivir… Verdaderamente vivir.


 

José Sosa Márquez, también conocido como José Santiago, es un escritor, guionista y actor mexicano. Egresado de la Univerisdad Iberoamericana con la Licenciatura en Comunicación. Cursó talleres de dirección y producción cinematográfica en la Escuela de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, Cuba y tomó talleres de fotografía con el maestro Rafael Corkidi en México D.F.

Su carrera profesional es muy extensa, fungió como académico en la Universidad Iberoamericana Santa Fe (México D.F) e Ibero Puebla, en Universidad UVM, Puebla y en el Tecnológico de Monterrey, campus Puebla. Ha sido tallerista en la Vancouver Film School de Canadá.

Es ganador de premios nacionales e internacionales de cortometraje.

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