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La Guerra Cristera y la Guerra de Ideas

FRANCIA BAUTISTA


Si algo debemos saber en esta vida es que no hay que tomar nada como una absoluta verdad y menos si se habla de la historia de México. La historia la escriben siempre los que ganan, dando versiones, en ocasiones, exageradas o falsas. En este ensayo quiero tomar un fragmento de la historia mexicana: el gran episodio de la Guerra Cristera, que en nuestro país marcó la ruptura de la religión con el Estado. Personas que lo vivieron en carne propia relatan cómo los campesinos luchaban contra el Ejército Federal “estando muy verdes” en movimientos sociales. Usaban lo que podían para defenderse y levantarse en armas; palos, machetes y cuchillos eran sus instrumentos de guerra y se decía que las mujeres cargaban chile en polvo para defenderse.


Para contextualizar este enfrentamiento debemos hablar de la Ley Calles. Esta ley fue una modificación al Código Penal en 1926, elaborada por el Presidente Plutarco Elías Calles para poner una barrera a las manifestaciones religiosas en la vida pública. Es en este momento cuando se empieza una confrontación entre la iglesia católica y el Estado. El gobierno comenzó a imponer cuotas y requisitos especiales, un ejemplo de ello fue que no podían existir sacerdotes extranjeros y se prohibió el culto fuera de los templos. Por otra parte, también perdieron el derecho a poseer bienes raíces.


Fue en los estados de Durango, Zacatecas, Jalisco y Guanajuato, en donde como consecuencia de dicha ley, se comenzó a formar un movimiento social por la libertad de culto. Para 1929 ya eran 20 mil personas las que formaban un ejército cristero. La primera lucha cristera fue el 29 de agosto de 1926 en la cual se proclamaron vencedores en Huajuquilla el Alto, Jalisco, con el grito triunfante “¡Viva Cristo Rey!” La modernidad y la religiosidad popular se enfrentaban cara a cara. Al final, el saldo oficial de muertos que dejó esta guerra fue de 250 mil personas; sin embargo, varios afirman que fueron más de un millón.


En México es extraordinario pensar que esto pasó; un gobierno persiguiendo a los cristeros considerándolos ilegales cuando en pleno 2019 existen millones de personas católicas que forman parte del poder, inmiscuidos en la política de manera clandestina. Existen miles de guerras por no coincidir con los ideales de los otros. Todos somos libres de creer en lo que queramos pero nunca debemos obligar a los demás a creer en lo que nosotros creemos. Este acontecimiento histórico nos mostró un poco del reflejo de nuestra población, dándonos la conclusión que ha cambiado muy poco. Hoy en día los arzobispos siguen siendo personas de opinión pública con sus sermones los domingos en misa, educando a la sociedad. La religión en nuestro país es tan grande que los propios narcotraficantes tienen su santo. De este episodio podemos sacar muchas supuestas falacias, como la venta de ideas erróneas, para que los cristeros salieran al campo de batalla a dar su vida por el paraíso soñado, después de la muerte. Aún siendo alguien creyente es indignante que usen la imagen de un Dios para perder la vida.

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