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La maltratada felicidad, un acto planeado

JOSÉ SANTIAGO


“No hay esperanza cuando lo que se sacude es únicamente la cabeza. Si el corazón deja de tomar nota y desahucia su propio poder histórico, jamás logrará convergencia con el acto más anhelado que es la felicidad.”

José Santiago

El estadio actual propone, sin chistar, una especie de horda primitiva en la que impera o debe imperar el protagonismo en cualquier ámbito. Hoy todos aquellos que tienen en su poder económico la cercanía al internet, se han convertido en los nuevos y mejorados intelectuales posmodernos, que todo lo saben y denuncian gracias al ya famoso copy, paste y defienden como si fuera negocio propio mentiras y referencias que no investigan, que sólo dan por hecho. Hay miles de ejemplos, basta con escuchar lo que las canciones actuales dicen, gozando de ese manifiesto barroquismo intimidante en el que la manzana debe verse roja aunque no tenga más que veneno en el interior. Canciones que sólo dejan claro que el mundo está girando hacia donde los magnates supremos quieren y han anhelado, justo ahí, donde el discernimiento, la crítica y el análisis se convierten en un recuerdo de museo.


"Yo, a esa camarilla neoliberal frustrada la llamo Necios ilustrados, esos que usan su doble moral para aparearse con sus “iguales”, esos a los que no les sienta bien hablar de pederastia porque estudian o estudiaron en universidades católicas"

Presidentes ineptos, críticos facebookeros de quinta que se sienten editorialistas, economistas y hasta meteorólogos, paisanos que se han ido de México para “mejorar sus vidas”, aunque en realidad se manifieste abiertamente su sigiloso y efectivo adoctrinamiento gringo neofascista, en el que impera la absurda posibilidad de que tú puedas desarrollarte y adquirir una mejor educación; lo paradójico es que estos ratones de laboratorio que crean páginas a favor de la democracia (inexistente), que hablan de comunismo y de socialismo como si ellos hubieran nacido en dichas cunas conceptuales, son y se han convertido en la causa principal de la insoslayable división de la actual sociedad usuaria de las redes sociales y lo defienden asestando a los vientos que esa es su labor gracias a sus afables y maravillosos estudios académicos. Esos petulantes que se irritan con todo cuanto pasa a nivel gobierno, educación, cultura, pero que emigraron para que sus hijos y herederos se preparen en los colegios yanquis cuya formación es la lógica de sentirse en ascenso y mirar hacia abajo a quienes al no pensar como ellos, pasan de manera inmediata a ser unos “nacos sin estudios”.


Yo, a esa camarilla neoliberal frustrada la llamo Necios ilustrados, esos que usan su doble moral para aparearse con sus “iguales”, esos a los que no les sienta bien hablar de pederastia porque estudian o estudiaron en universidades católicas cuyas bases aparentes son los valores universales, aunque al final cobren lo mismo que un Tecnológico de Monterrey. Esos que llaman a sus amigos de manera visceral a luchar por sus causas, pero cuidado con anunciar abiertamente otra preferencia ideológica, porque a partir de dicho momento, serás exiliado de su entorno y se encargará de hablar mal de ti en cualquier círculo en el que te respeten y admiren. Harán cualquier cosa para definirse a sí mismos como reyes y leyes mientras tú serás tildado de ignorante, mesiánico, abandonista y tirano impositor, aunque tú sólo hayas escrito un simple: “No estoy de acuerdo”.


Familias rotas que te ven como si fueras una especie de demonio estúpido, entes radicales que escriben patéticas frases como: “Ya me dejaste claro que estos temas no los podemos hablar”, que en realidad rezan: “Estos temas no los quiero hablar contigo, porque no estás de acuerdo con lo que digo y a mí me gusta que la gente con la que platico, siempre me dé la razón, aunque no la tenga”.


Alcanzar el más alto grado de sabiduría en la vida, reside en un solo punto concreto: respeto. Acompañado por él, no será necesario revisar ningún otro valor humano. Es la base poderosa que sustenta y sostiene los mejores diálogos, las mejores discrepancias y los mejores finales.


Un peleador se agarra a golpes con su contrincante en un juego de estrategias, al final, se funden en un abrazo al saber que su labor fue noble y sustancial, se reconocen como gratos guerreros. Eso mismo me gustaría ver en esta decadencia. Si no hay convergencia, no necesariamente debe haber frustración o desconexión, al contrario, se debe agradecer el debate y no castigarlo por no reflexionar igual.


Por todo lo anterior, considero sumamente importante que hoy nuestra batalla sea un legado decoroso para alcanzar la felicidad, no la razón, no la convergencia necia, no el pensamiento homogéneo, llegar al sueño trascendente, a la mudanza del alma, del espíritu crítico fundamentado en las acciones, no en copiar y pegar información no verificada por nosotros mismos, no la abulia y la intolerancia de pensamiento, no a la destrucción de personas por ideologías. Eso sí daña al mundo, a los países.


Ser felices suena a utopía, por ende, me quedo con la definición de la misma, en boca de los griegos: “La utopía, es lo difícilmente alcanzable”. Caminemos el sendero juntos para mejorar nuestro entorno, los políticos son pobres de mente, los empresarios son feudales posmodernos, los sindicatos, son reinados del medievo, pero nosotros, podemos ser factores de cambio.


Dejemos de ser objetos de la política y comencemos a ser sujetos de la historia, puedo asegurar que al ser felices de nuevo, hasta los discernimientos y discrepancias, tomarán un rumbo satisfactorio en el que la paz y la contemplación del escucha, se volverá un producto en nuestra canasta básica de vida.


 

José Sosa Márquez, también conocido como José Santiago, es un escritor, guionista y actor mexicano. Egresado de la Univerisdad Iberoamericana con la Licenciatura en Comunicación. Cursó talleres de dirección y producción cinematográfica en la Escuela de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, Cuba y tomó talleres de fotografía con el maestro Rafael Corkidi en México D.F.

Su carrera profesional es muy extensa, fungió como académico en la Universidad Iberoamericana Santa Fe (México D.F) e Ibero Puebla, en Universidad UVM, Puebla y en el Tecnológico de Monterrey, campus Puebla. Ha sido tallerista en la Vancouver Film School de Canadá.

Es ganador de premios nacionales e internacionales de cortometraje.


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