La paz ante el clima
- vaterevista
- 8 mar 2019
- 4 Min. de lectura
CRISTÓBAL HERNÁNDEZ

Pensamos en la paz como la ausencia de conflicto, un estado en donde no existen enfrentamientos a gran escala involucrando países y sociedades enteras, pensamos en la paz como la ausencia de guerra. El término siempre me ha parecido geopolítico antes que espiritual o social, la paz como elemento de política exterior, resulta etéreo, inalcanzable, un estado de convivencia en la que no existen la necesidad de arremeter en contra de otro ser humano.
"Sudán del Sur atraviesa por una apocalíptica hambruna y Venezuela se encuentra al borde de una guerra civil, en México el crimen organizado se ha encargado de sembrar cuerpos por todos lados y en Estados Unidos Donald Trump se ha encargado de erosionar un sistema democrático de respeto y garantía a los derechos humanos."
Es un concepto en construcción, en sus orígenes se identificaba con la ausencia de conflictos armados, ahora implica una profunda relación con el ejercicio de los derechos humanos, no basta pues que no haya guerras, sino que se garantice el libre ejercicio de los derechos fundamentales. Expandir el concepto de paz, es expandir sus amenazas, en el pasado bastaba con que no tuviéramos un conflicto armado entre naciones para confirmarla. El ejercicio de los derechos fundamentales es frágil incluso en los países más desarrollados, ¿cómo alcanzar un estado de paz, cuando la misma es tan frágil?
La paz es una utopía y como todas las de su clase, su realización es una imposibilidad. Es un concepto que nace muerto, desde el momento en que su realización depende de un libre y total ejercicio de los derechos humanos, algo que, en la época moderna de los mismos, no ha sido observado. El mundo actual es una contradicción misma al concepto, lo mismo lo que nos depara el futuro, las amenazas desde tantos frentes nos obligan a replantearnos el concepto mismo de paz, negociarlo, adaptarlo a la realidad, una que cada vez es más complicada.
Hace apenas unos días, India y Pakistán mantuvieron el dedo en el gatillo de armas que se contabilizan en kilotones. Una serie de escaramuzas por el territorio de Cachemira, los llevo al borde de una guerra nuclear. Las razones que van desde políticas hasta ideológicas no justifican amenazas de este calibre, sobre todo en Medio Oriente, un caldo de cultivo para conflictos basados en las razones más inverosímiles y extremas.
Sudán del Sur atraviesa por una apocalíptica hambruna y Venezuela se encuentra al borde de una guerra civil, en México el crimen organizado se ha encargado de sembrar cuerpos por todos lados y en Estados Unidos Donald Trump se ha encargado de erosionar un sistema democrático de respeto y garantía a los derechos humanos. La paz es un concepto que debe negociarse, ajustarse a una realidad en la que los absolutos no sólo son imposibles sino peligrosos. En un mundo en donde las amenazas son demasiadas, es preciso una jerarquización de éstas, definir la paz por niveles, alcanzarla poco a poco, entendiendo que la paz absoluta es una imposibilidad.
En el panorama actual, la paz absoluta es inalcanzable y partiendo de ese supuesto su realización es accesible. Para obtener niveles accesibles de paz, es preciso analizar sus amenazas más puntuales, las que en definitiva nos llevan mayores niveles de inestabilidad a nivel global. La amenaza siempre presente de una escalada nuclear y sus efectos, palidecen ante la más grave de todas las amenazas que la paz haya tenido; cambio climático.
El cambio climático representa la amenaza más importante para la raza humana. Si bien es ciertos los conflictos armados, las hambrunas y las violaciones sistemáticas de los derechos humanos son actos horripilantes y de consecuencias inacabables, sus efectos son certeros, directos e innegables, cuando vemos un conflicto armado en la televisión no dudamos que se trata de una situación complicada y que en última instancia altera el equilibrio de la respectiva sociedad. La peor parte de un problema es no reconocer que estamos frente a él, el cambio climático genera disociaciones cognitivas peligrosas, aquellas que provocan la duda de su existencia.
Hablamos del cambio climático con una opinión, como si pudiéramos opinar acerca de la temperatura a la cual hierve el agua o de la gravedad. Cuestionar la existencia de la más grave amenaza que se cierne sobre nosotros, es en sí misma una amenaza subyacente. La situación climática del planeta requiere esfuerzos que no se han dado en la historia del planeta, cantidades ingentes de recursos, y una voluntad global para enmendar el camino. Si hemos de observar a esta como la gran amenaza a nuestro concepto de la paz, hemos de concluir que la misma, ahora más que nunca, es un esfuerzo global con un sentimiento comunitario, la paz, como nunca está en nuestras manos.
Tal vez el tinte sentimentalista de una reflexión sobre el concepto de la paz sea una de tantas que saturan las discusiones de este. Sin embargo, nunca habíamos enfrentado una amenaza que, en sus causas más profundas, tuviera a todos nosotros como sus responsables, el cambio climático es un problema global que tiene causas individuales, pero soluciones comunitarias.
La paz es un concepto geopolítico, que atañe a gobiernos e instituciones públicas y privadas que se interconectan a través de sistemas internacionales complejos y cuyas consecuencias se dejan sentir sobre todos nosotros. El cambio climático ha venido a trastocar estas nociones. Estamos siendo testigos de un cambio en el paradigma paternalista de la idea de paz, ya no es algo que gobiernos e instituciones deban garantizarnos, es ahora un concepto que nos coloca al centro de la acción. La idea de que la paz es un concepto geopolítico acaba en el momento en que nos coloquemos frente a la playa de una ciudad costera, y la veamos avanzar lentamente hasta borrarla por completo.
Cristóbal Hernández es Licenciando en Derecho por la Universidad Anáhuac Xalapa. Siempre se ha interesado por la crítica social, los temas de política nacional e internacional. Redacta el comentario editorial para el Semanario En Privado Veracruz. Actualmente es especialista regulatorio para Red Bull Latinoamérica.
Comments