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La sutil queja de la paz

JOSÉ SANTIAGO


“No existe mayor absurdo que intentar sanar el alma de un loco con cucharadas de guerra, lo único que serviría en esos casos es recostarlo y ponerle fomentos de paz a su inesperada sorpresa de entenderse así mismo en una almohada de conflicto.”

José Santiago

Hemos pasado de la angustia a la incertidumbre, de la sutileza al nepotismo, de lo mágico a lo lamentable y de lo verídico a lo incierto. Somos una sociedad depredadora, arrítmica, inconstante y tajante. Esclavizamos de forma visceral a cada ser que está cerca de nosotros, a nuestro lado y que confía en nosotros.


Durante décadas se nos ha querido envolver en una especie de ensueño, plagado de insoslayables mentiras que han adoctrinado, de manera sutil, al colectivo inconsciente. Han minado de manera radical la inocencia y la capacidad de asombro. ¿Quiénes? Esos que han tenido en sus manos el poder de las instituciones, principalmente de aquellas que se dedican, en apariencia, a educar, a generar reflexión, a mantener las puertas abiertas del análisis, la crítica y la discrepancia. Todo está siendo guiado al paraíso de la ignorancia, ahí donde las enfermedades han derrocado la paz humana y la han volcado al desconcierto y al miedo.


"La paz es un estado, una filosofía de vida, la voluntad de someternos a nosotros mismos a un control propio de las emociones. La paz hoy es como la democracia, un concepto fabuloso, cuya praxis se ve lejana."

Hoy, también se ha globalizado la falta de deseo por buscar elementos necesarios para mantener una vida en constante armonía. Se nos hace creer que ver las calles aglutinadas de militares, marinos y policías es lo más natural. Es lo que hacen las grandes urbes mundiales, y por ende, para el pensamiento de nuestras pequeñas y tercermundistas comunidades es correcto.


Somos entes con capacidades diferentes, hay que asumir nuestro papel, queremos siempre que la paz la hagan terceras personas, gobiernos, sacerdotes, espiritistas, brujos, etc. Ese es justo el abuso abyecto e imperativo al que somos sometidos desde siempre. No tenemos el valor, la necesidad, ni la voluntad de cambiar el mundo cambiando el propio. Somos cobardes o demasiado ególatras, nos gustan los extremos, nuestra irresponsabilidad nos ha sumido en el laberinto de la soledad, en ese en donde el verbo “chingar” se ha hecho carne, en ese en donde la igualdad es innecesaria porque nadie quiere perder su estatus quo, ese en el que cada palabra se esfuma y pierde peso, ese en el que no incluimos, al contrario, masacramos, obligamos, denostamos, invadimos y asfixiamos.


Decía el gran Maturana, “quieres combatir la guerra con la paz, cuando la paz es la afirmación de la guerra.” No sabemos negarnos a nosotros mismos, para que otros nos nieguen y así podamos negar cualquier realidad y eso nos provoque reunir las fuerzas necesarias para empezar otra aventura desconocida. Provocamos la discordia, porque no hemos terminado de pelear con nosotros mismos, provocamos el conflicto porque aún no logramos convencernos de que éste vive en nuestra memoria emotiva. Acusamos porque nuestra cobardía nos limita y preferimos ver a otros en la jaula rompiéndose a pedazos. La paz es un estado, una filosofía de vida, la voluntad de someternos a nosotros mismos a un control propio de las emociones. La paz hoy es como la democracia, un concepto fabuloso, cuya praxis se ve lejana.


Cuando acabemos de entender que la contracción de las palabras es la contracción de las ideas como Marcusse lo asimilaba entonces, y sólo entonces, reinará en nuestro hábitat la paz verdadera que a muchos molesta al ser llamada socialismo.


 

José Sosa Márquez, también conocido como José Santiago, es un escritor, guionista y actor mexicano. Egresado de la Univerisdad Iberoamericana con la Licenciatura en Comunicación. Cursó talleres de dirección y producción cinematográfica en la Escuela de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, Cuba y tomó talleres de fotografía con el maestro Rafael Corkidi en México D.F.

Su carrera profesional es muy extensa, fungió como académico en la Universidad Iberoamericana Santa Fe (México D.F) e Ibero Puebla, en Universidad UVM, Puebla y en el Tecnológico de Monterrey, campus Puebla. Ha sido tallerista en la Vancouver Film School de Canadá.

Es ganador de premios nacionales e internacionales de cortometraje.

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