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Los retos en la desigualdad

CRISTÓBAL HERNÁNDEZ


La situación de la mujer en México es crítica, feminicidios, discriminación, machismo y violencia. Es difícil ser mujer en este país. A la luz de las recientes marchas del 8M, en donde, entre muchas cosas, se pidió la legalización del aborto en todo el país, es necesario hacer un recuento de las batallas que como sociedad debemos enfrentar para que la situación de las mujeres mejore. No se trata de una conquista de derechos, sino del reconocimiento de estos, no debe tratarse de una lucha exclusiva del feminismo, sino de un esfuerzo constante e interinstitucional de gran envergadura, es pues, el reto de nuestro tiempo.


..."El cambio que se pretende sea legal y coercible no llega por la vía de la manifestación y la pluralidad de quienes suelen concertar reuniones y foros interminables, el cambio siempre deberá ser plasmado por la vía legislativa."...

El Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública recogió que, en 2018, se realizaron en el territorio nacional 786 feminicidios, Estado de México y Veracruz como los estados con mayor número de víctimas. Hay 786 razones para vivir en un estado de miedo constante, ser mujer en este país es tener un blanco en la espalda y cuando se vive así, marchar y exigir seguridad es un reclamo lleno de justicia. Hay muchas razones por las cuales marchar y exigir; sin embargo, los esfuerzos para una mejora de las condiciones de vida de las mujeres en nuestro país deben estar encaminadas a temas bastante concretos, victorias que de realizarse abrirán un espacio para otros temas.


Debemos ser vocales con todo aquello que no percibimos como justo o equitativo, dentro del sentido común. En esta época de redes sociales existe una tendencia a denunciar todo aquello que no encuadra en nuestra visión de lo aceptable. Es con base en esta idea, que las cuestiones de equidad y perspectiva de género tienden a banalizarse con reclamos inocuos y exigencias por demás inverosímiles. Los tiempos que corren obligan a repensar las prioridades y admiten la dispersión de los actores en luchas individuales y que poco o nada aportan a la solución de un problema que cobra la vida de 786 mujeres, se requiere una acción concertada de mayor envergadura.


¿Cómo producir un cambio? Y ante esta pregunta se me ocurre una respuesta: Lili Téllez. Su caso es ejemplar, la senadora por Morena señala que propondrá una ley que criminalice el aborto y esto me lleva a lo siguiente, ella es la expresión de un gran problema; la falta de representantes que tengan la capacidad de articular las exigencias que se dan en las marchas y en los foros y hasta en las mismas redes sociales. El cambio que se pretende sea legal y coercible no llega por la vía de la manifestación y la pluralidad de quienes suelen concertar reuniones y foros interminables, el cambio siempre deberá ser plasmado por la vía legislativa.


La elección de representantes que tengan una agenda clara y definida en materia de género, debería ser la prioridad número uno de cualquier movimiento en pro de las mujeres. A partir de ahí la exigencia que tiene costes políticos empieza por ser efectiva. Actualmente no existe en el Senado, o en el Congreso, un bloque de representantes que se encuentren legislando por una serie de regulaciones y políticas públicas que ayuden a mejorar la situación del feminicidio o la brecha salarial, no basta con sólo elegir mujeres como representantes, sino de que las mismas sean del perfil idóneo.


A partir de ahí podemos planear la exigencia de los siguientes retos en la cuestión de género, en donde la brecha salarial tiene un lugar fundamental. Entre las múltiples igualdades a las que se pretende llegar cuando hablamos de equidad de género, sin duda la económica es prioridad. La mayoría de los puestos laborales con mejores salarios están ocupados por hombres. Del total de habitantes en México que percibe más de cinco salarios mínimos mensuales (más de 13,254 pesos), 70 por ciento son hombres y 30 por ciento, mujeres, esto de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2018 que realiza el INEGI. Inaceptable.


Una brecha salarial de esta magnitud no se soluciona pidiendo amablemente a las empresas que paguen a mujeres y hombres la misma cantidad por el mismo trabajo. Si volvemos al caso “Lili Téllez” nos encontramos con el mismo dilema, si no hay alguien que obligue a las empresas y al propio sector público a que se corrijan estas disparidades, nadie lo va a hacer y, aunque suene totalmente acartonado, estos cambios sólo pueden venir a través de regulaciones que implementen políticas públicas que ayuden a reducir y luego eliminar esa brecha, algo que jamás podremos hacer con representantes como la Senadora Téllez.


Violencia y acoso sexual. 41% de las mujeres mexicanas ha sido víctima de violencia sexual en alguna etapa de su vida, 6 de cada 10 agresiones contra mujeres mexicanas en la vía pública son de índole sexual,15 de cada 100 mujeres mexicanas de entre 20 y 24 años fueron madres siendo menores de edad y demás cifras alarmantes, reportó ONU Mujeres en 2018 como parte del día Naranja. Aumento en las penas a los delitos de índole sexual, educación sexual con perspectiva de género en las escuelas y la posibilidad de que la maternidad sea una elección mediante la despenalización del aborto. Todas las anteriores soluciones tienen sus raíces legislativas y una implementación institucional. Los problemas de género en última instancia, tienen que ser resueltos trastocando los cimientos de un Estado eminentemente machista, pero siempre con miras a la reformación del mismo, no a su eliminación.


Las posibilidades de cambio son reales, siempre que los agentes del mismo entiendan de qué se trata éste. La exigencia de una agenda legislativa con perspectiva de género, deberá ser consigna esencial de todos los movimientos, feministas o no, que aboguen por la equidad y perspectiva de género. Las batallas que se ganan en el terreno social, deberán forzosamente ser trasladadas al terreno de lo legal, que el producto de esas victorias regrese a la sociedad que lo produjo, con garras y dientes que lo hagan coercible. De nada nos servirá exigir en redes sociales la eliminación de políticas discriminatorias o un aborto legal y seguro, si estas mismas exigencias no son transformadas en instrumentos legales, sobre los cuales se exija y vigile su cumplimiento.


No deberíamos pretender que todas las soluciones a los problemas de machismo, desigualdad y discriminación, sean siempre vistas bajo el crisol legalista. Existen muchos otros aspectos que es preciso considerar, educación sexual, infraestructura social e institucional, concientización y la desnormalización de comportamientos machistas, en donde las discusiones sobre los micromachismos son más que relevantes. Sin embargo, todas estas discusiones y sus respectivas exigencias llegarán a mejor puerto, si se encuentran sustentadas por instrumentos legales.


 

Cristóbal Hernández es Licenciado en Derecho por la Universidad Anáhuac Xalapa. Siempre se ha interesado por la crítica social, los temas de política nacional e internacional. Redacta el comentario editorial para el Semanario En Privado Veracruz. Actualmente es especialista regulatorio para Red Bull Latinoamérica.

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