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Traición

JOSÉ SANTIAGO


“La perpetua ignorancia, lleva, más temprano que tarde, a la mutilación de la verdad y apuesta por la homogeneización y la sutil nueva esclavitud del pensamiento.”

José Santiago


Traición es un concepto desgarrador, lleno de matices, puntos de vista, comprensiones e interpretaciones, tantas que posiblemente se llenarían páginas enteras hasta rebasar el millar; y a pesar de todo, en esencia, es la decisión de engañar para dañar y denostar a alguien.


..." Ninguno de los grandes próceres se fue limpio a la tumba. Algunos como Miguel Hidalgo, Benito Juárez o Porfirio Díaz mataron por razones de Estado o a falta de Estado, por el ‘interés común’"...

Este país está plagado de personas que, sin ningún sentido humano vuelcan su ira personal contra aquél que en apariencia estorba en su camino, ya sea por pura perversión o por poder. México cimienta su historia justo con este singular soldado, con este concepto de ruptura, por lo que jamás me ha sorprendido que parte de la idiosincrasia nacional aún camine erguida, jugando ese juego maquiavélico y vulgar de apuñalar por la espalda. Toda la historia de nuestro país está llena de traiciones, en ello se basa y en ello se cierne.


Esa historia jamás ha pintado una línea distinta a la violencia, en ocasiones exacerbada y muy ruin, muy parecida a la de los nuevos antihéroes a los que se les ha comprado su forma de vida y sus maneras de trascender económicamente, esos narcotraficantes que en muchos casos son tratados, literalmente, como héroes sociales. Todo, consecuencia real de nuestra historia y sus principios destructivos y egoístas.


Francisco Martín Moreno, autor de Las grandes traiciones de México, ha afirmado que “la historia de nuestro país está llena de eso, de traiciones que hasta nuestros días sorprenden, sobre todo las cometidas por héroes nacionales y caudillos, de Miguel Hidalgo y Costilla, José María Morelos y Pavón, Agustín de Iturbide, Manuel Mier y Terán, hasta Porfirio Díaz, Francisco I. Madero, Pino Suárez, Emiliano Zapata, Felipe Ángeles, Venustiano Carranza, Pancho Villa, Francisco R. Serrano y Álvaro Obregón; traicioneros y traicionados.”


Por su lado, Alejandro Rosas comenta: “Indudablemente, los protagonistas de la historia de México aprendieron a morir, como en vida habían aprendido a matar. Ninguno de los grandes próceres se fue limpio a la tumba. Algunos como Miguel Hidalgo, Benito Juárez o Porfirio Díaz mataron por razones de Estado o a falta de Estado, por el ‘interés común’; a otros como Agustín de Iturbide, Pancho Villa o Álvaro Obregón no les tembló la mano para disponer personalmente de las vidas de sus enemigos. Quizá por eso su fin estaba escrito en letras de un refrán popular: ‘quien a hierro mata, a hierro muere’”.


Todos y cada uno de los gobiernos de México han usado su poder para engañar y sostener mentiras históricas, doblegando a millones de presos intelectuales mexicanos, que sin grilletes de acero sino mentales, han, de a poco, aceptado su estado de mutilación verbal, de pensamiento y de libertad. Pocos son los maestros audaces que aniquilan de tajo esos métodos mediocres y mezquinos que ordenados por el ejecutivo en turno lograron permear en generaciones enteras, haciendo así que éste pseudoconocimiento se practique una y otra vez sin parar.


Cada palabra leída en los libros que reparte la Secretaría de Educación Pública ha servido para fines concretos, a algunos más de 73 años, a otros más 12 y a algunos por meses. Cada presidente ha elegido qué personaje puede redundar más que otros durante su gestión y a quién desechar. Por ejemplo, a Zapata se le vio con la envergadura que hoy se tiene de él en dichos libros escolares hasta 1987 y no antes, pues atrás se le refería como disidente.


En la época de Carlos Salinas, los libros de texto fueron retirados ante la sorpresa de que éstos dedicaban un apartado al EZNL (Ejercito Zapatista De Liberación Nacional), quedando fuera de circulación hasta la llegada de una nueva impresión en la que el tema se abordaba con menor detalle, dejándolo más como anécdota que como historia.


Aguas Blancas, los presos académicos y políticos en la reciente historia (1999 UNAM), Ayotzinapa, Colosio, los hermanos Ruíz Massieu, Morenos Valle, por mencionar algunos, dejan en claro que la historia se repite y, lo que es peor apoyada y avalada por universidades e instituciones que de manera descarada y directa intentan adoctrinar y amedrentar al profesor, exigiéndole obediencia absoluta y casi mesiánica y política, dictando qué temas pueden y cuáles no pueden ser tocados, so pretexto de sus bases, valores, fundamentos y, obviamente, acuerdos con diputados locales, diputados federales, senadores y otras criaturas de ese hábitat pancultural en el que cada ente que lo habita tiene como igualdad el descaro, la prepotencia y la traición, convirtiendo la realidad del estudiante en una absurda mentira, que sin más avala y registra como verdadera.


Para cambiar las cosas y dedicarle tiempo real a la humildad política, social, cultural y económica, pasarán décadas enteras mientras se siga participando en este circo del que hemos comprado ya boleto para vislumbrar una nueva función en la que la fórmula se repita y volvamos a cero.


 

José Sosa Márquez, también conocido como José Santiago, es un escritor, guionista y actor mexicano. Egresado de la Univerisdad Iberoamericana con la Licenciatura en Comunicación. Cursó talleres de dirección y producción cinematográfica en la Escuela de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, Cuba y tomó talleres de fotografía con el maestro Rafael Corkidi en México D.F.

Su carrera profesional es muy extensa, fungió como académico en la Universidad Iberoamericana Santa Fe (México D.F) e Ibero Puebla, en Universidad UVM, Puebla y en el Tecnológico de Monterrey, campus Puebla. Ha sido tallerista en la Vancouver Film School de Canadá.

Es ganador de premios nacionales e internacionales de cortometraje.

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