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Una más al costal

MARIANA CISNEROS MIRANDA


Diario se habla de los problemas de seguridad en el país, y cada día se hace más notorio el peligro que las mujeres corren al caminar por las calles. Hay quienes culpan a las mismas mujeres por los males que las acongojan fuera de casa, cuando en realidad ellas no son las responsables de los hechos. En las mañanas se escuchan las noticias de mujeres violentadas mientras caminan a sus hogares o viajan en el transporte público y no logran mantener su espacio personal libre de agresiones. La violencia acecha al estado, al país y al mundo, pero ¿ese peligro es realmente su culpa?


..."Las mujeres ya no sólo corren el riesgo de ser secuestradas o violadas para ser dejadas en un lugar tiempo después. El riesgo ya es el de desaparecer cual fino polvo movido por el viento y cuando se les llega a encontrar, es sin vida"...

El país entero ha reaccionado ante los hechos violentos, los daños a las mujeres son la causa de mucha habladuría pues hay quienes les dan la importancia necesaria y quienes subestiman los hechos e incluso los justifican con argumentos como: “ellas se lo buscaron”, o “seguramente andaban metiendo las narices donde no debían”. Por otro lado, la violencia no es únicamente de los hombres a las mujeres, sino también entre las mujeres, y ésta es incluso más abierta en ocasiones, al punto de no sólo no defenderse ni ayudarse mutuamente, sino, por el contrario, atacarse física y verbalmente.


Desde hace muchos años se conocen las zonas “peligrosas” dentro del país para las mujeres, quienes ya no pueden vivir tranquila y sin preocupaciones. Siempre se ha escuchado hablar de los asesinatos en Ciudad Juárez, por ejemplo; pero eso no implica que esa situación no se presente en otras partes del país, donde se creía todo era paz y tranquilidad. La seguridad ha ido desapareciendo poco a poco de nuestro país, tanto para las mujeres como para los hombres, porque ellos tampoco están exentos de la violencia que se desarrolla con suma rapidez.


Las mujeres ya no sólo corren el riesgo de ser secuestradas o violadas para ser dejadas en un lugar tiempo después. El riesgo ya es el de desaparecer cual fino polvo movido por el viento y cuando se les llega a encontrar, es sin vida. Las desapariciones y muertes de mujeres tristemente ya no son caso extraño para los mexicanos. Muchas veces no se sabe si al salir de casa se regresará conforme lo planeado, ya que existe el riesgo latente de desaparecer de la faz de la tierra y ser encontrados días, semanas o meses después en lugares y condiciones inimaginables, y en casos más extremos y desafortunados, de no ser encontradas y dejar a nuestras familias sumidas en la más profunda angustia y desesperación al no encontrar resolución ni mucho menos justicia.


Para la RAE el feminicidio es el asesinato de una mujer por razón de su sexo; sin embargo, va mucho más allá, es la acción de asesinar con crueldad y haciendo uso de la tortura a mujeres. Siempre ha existido la represión de individuos, ya sea por su género, su tono de piel o ideales, el problema es que la violencia contra las mujeres no se ha buscado detener con tanto ímpetu como las demás, ya que, para muchas culturas, son actos aceptados y no son considerados incorrectos; incluso, son contemplados y aceptados dentro de las mismas leyes, o bien no se catalogan como delitos.


La acción de torturar y mutilar a una mujer no es más que un acto de supuesta superioridad que da pie, tanto a una cultura machista como a la misoginia. Existe una gran diferencia entre uno y otro concepto, el primero, según la RAE es la prepotencia del varón respecto a la mujer, pero es algo impulsado también por las mujeres. Por su parte, la misoginia es el odio al sexo femenino.


Cuando uno está en México y escucha mencionar Ciudad Juárez lo primero que se piensa es en la enorme cantidad de muertes que se presentan. La característica es que estos muertos son en su mayoría mujeres. Recuerdo que cuando era chica me contaron sobre la vida en el norte y dijeron que Ciudad Juárez era un lugar peligroso para ser mujer.


La violencia ha llegado a tales extremos que la literatura se unió a los medios para dar a conocer los terrores que sufren las mujeres en esa ciudad. Los medios muestran la violencia que se ejerce hacia las mujeres de manera cruda pero muchas veces omiten detalles debido a la censura impuesta por el mismo medio de difusión, ya sea por ocultar cosas o por meras ideas machistas como “la mujer se lo buscaba” o “para qué se viste así”. La censura en los medios permite a la literatura liberarse y contar los sucesos tan crudamente reales con honestidad y apertura; sin censuras, la literatura narra el terror de ser mujer en un universo machista.


Un claro ejemplo de denuncia en la literatura de los terribles sucesos y el sentimiento de quienes quedan vivos es Perlas a los cerdos, una obra donde el dolor de las madres se siente mientras uno lee. En esta obra, Alejandro Román Bahena plasma el dolor y desesperación de una madre que pierde a su hija y, por el otro lado, le da voz a la hija, que ya muerta recuerda momentos de su vida. La madre sufre y se va arrepintiendo poco a poco de cosas que hizo o que le faltó hacer para proteger a su progenie y así haber evitado ese terrible resultado en la vida de su pequeña.


Las madres de Juárez quedan devastadas ante la violencia contra sus hijas, sobrinas o nietas, pero ya no permanecen calladas. Ahora como Marisela en Perlas a los cerdos expresan su malestar y la inconformidad respecto a la indiferencia e inacción de un gobierno que supuestamente debería apoyarlas y proporcionarles justicia.


“Allá se mira en el cuartel de la Policía Montada

Por qué se quedan callados esos policías al verme pasar

Por qué no estaban alertas cuando pasaron con mi niña por acá

Será que sólo los caballos la vieron

Por eso sus hocicos sangran

De tanto esfuerzo que hacen al querer gritarme que la vieron pasar frente a ellos…

Más allá́ del cuartel de la Policía Montada

Hay una marranera

Ahí

En ese basurero

Es donde avientan huesos y padecería de los animales que matan en los rastros

Más allá́ de ese lugar no existe nada...”

Diálogo de Marisela, Perlas a los cerdos (Bahena, 2012)


..."Mientras que muchos feminicidios son efectuados por hombres, las mujeres se insultan hasta aplastar la autoestima de la otra"...

Por otro lado, los medios manejan la información desde otro ángulo, a veces francamente indiferente o incluso machista, restándole importancia a la violencia que una mujer puede sufrir día a día. En la página “Economía Feminista” en la red social Facebook, hay algunos ejemplos de cómo los titulares tienen un toque completamente ajeno a la violencia o que la subestiman, restándole importancia.


Podemos tomar como ejemplo el encabezado de una noticia sobre la desaparición de una joven, publicada en un periódico en línea de Argentina, llamado Clarín, el cual presenta a la joven como una “vaga” que únicamente buscaba pasarla bien y deja los estudios para lograrlo. En la nota se menciona la desaparición de Melina casi al final, sin darle tanta importancia y enfatizando el hecho de que la joven dejó de estudiar.


Por otro lado, la violencia entre mujeres llega a ser más dañina pues constantemente se atacan de manera verbal. Mientras que muchos feminicidios son efectuados por hombres, las mujeres se insultan hasta aplastar la autoestima de la otra. Entre mujeres debería existir un apoyo, no un ataque; sin embargo, son ellas mismas, además de los hombres, quienes fomentan y promueven el machismo y las ideas sobre la nulidad de la mujer.


Día a día hombres y mujeres salen de sus hogares a trabajar y esforzarse para salir adelante, pero la creciente violencia y en especial la violencia de género dificulta el progreso de la sociedad, condenándonos a una lucha diaria por la supervivencia de nuestra integridad y dignidad humana, que son diariamente lastimadas por la indiferencia de las autoridades y el cinismo de los medios de comunicación.

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