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Ya es suficiente

JOSÉ SANTIAGO

“Si el arte y la mente dejaran de rozarse un instante, el caos y la debilidad florecerían para reeducar a un pueblo llevándolo a su involución total”

José Santiago



Ya es suficiente, el desgaste que hemos vivido a lo largo de las últimas tres décadas, ha alcanzado su estadio más alto. Se ha detenido el pensamiento, se ha ahuyentado a la crítica, se ha devaluado el discernimiento, se enjuicia al que discrepa, se humilla a la razón, a sabiendas de que ésta última sólo funge como una de las tantas herramientas del pensamiento.


Hemos permitido, sin meter las manos, un atropello insoslayable. Nos adoctrinaron para aprender a estructurarnos de una forma homogénea, en donde el cinismo se fue volviendo de apoco emperador.

Estos hechos seguirán ocurriendo en un país en el que aún no se comprende que sin la posibilidad de tomar el arte como herramienta básica, el desastre social, político, económico y cultural, será imparable. Basta escuchar con atención los contenidos de todo lo que hoy funge como espectáculo de venta y nos daremos cuenta de lo que la ignorancia puede, en su personaje seductor, agilizar a los medios para entrampar y enmarañar a las mentes ávidas de pertenecer y sobresalir, para arrojarlas a la escalofriante y escatológica basura en el contenedor de quejas constantes.


No hemos aprendido aún de los que intentan avanzar hacia nuevos amaneceres. Somos todavía una sociedad fría, autocompasiva, sin control y sin autoestima. Escuchamos en los pasillos las palabras iracundamente repetitivas, que asestan: “Estudia algo que te permita vivir bien, del arte te vas a morir de hambre.” No evolucionamos, seguimos ciegos y sin comprender que esos sistemas fundados en la dictadura del pensamiento, compelen a ese grupo minoritario a evitar a toda costa la preparación académica, sea autodidáctica o universitaria. La prohibición se vuelve un acto natural en el que la represión seduce intensamente a lo orgánico.


Hemos dejado morir a la obligación de sensibilizar, pues hoy se necesitan esclavos adaptables con grilletes invisibles que aparentan felicidad absoluta en su bella jaula de oro.


Todos son empresarios, licenciados, maestros, doctores y así sucesivamente, en esa pirámide involutiva justificada bajo el cuidado del padre Capitalismo, en donde el acto de reflexionar, analizar y practicar la crítica es simplemente aventurarse a escuchar un soneto llamado fusilamiento, ese asesinato de la voluntad creativa, ese premeditado atentado a la razón y la necesidad de alcanzar algún tipo de sabiduría.


Mientras sigamos traicionando a la filosofía, mutilando su necesidad curiosa y negándole la posibilidad de convertirse en un artículo de canasta básica, seguiremos teniendo universidades y escuelas en general, cuyo fin sea únicamente crear convictos laborales primitivos con capacidad intelectual elevada y capacidad de sumisión absoluta.

Cada lugar que pretende educar, debe, sin ningún argumento contrario, aceptar que la bonanza tiene que ser acompañada del arte y sus múltiples y curiosos caminos.

Es por todo lo anterior, que ya no convierto este tema en petición, sino en exigencia. Es menester guiar acompañados de arte, llámese como se llame, pintura, escultura, escritura (poesía, ensayo, literatura, ciencia ficción), música, fotografía, cine, teatro, entre otros tantos conceptos que pertenezcan al mismo fin, ese de sensibilizar, de manifestar la crítica como poesía, la discrepancia como ensayo, el discernimiento como un guión cinematográfico.


Cualquier disciplina que acompañe la vida educativa de las diferentes áreas que hoy se ofertan en las universidades nacionales e internacionales logrará, sin lugar a dudas, evolucionar hacia uno de los aspectos fundamentales, cuya función es armonizar con inteligencia, dialogar con oídos abiertos y mantener esa diplomacia real que unifica, si bien no criterios, sí seres vivos y nos da la posibilidad de entender que en un globo en el que existen miles de maneras de educar, de dialogar y de vivir, podemos, absolutamente, crecer desestructurándonos, vaciando todo aquello que no nos pertenece, salvo por la educación dada, y acercarnos al acto pleno de nacer por primera vez con la conciencia despierta, en la que el dolor será parte fundamental de ese cambio de piel expuesta durante décadas a la putrefacción real de la que hemos sido víctimas y victimarios.


Cada lugar que pretende educar, debe, sin ningún argumento contrario, aceptar que la bonanza tiene que ser acompañada del arte y sus múltiples y curiosos caminos. Esos que llevan a cualquier individuo a ver en los demás la garantía de su propia existencia.


 

José Sosa Márquez, también conocido como José Santiago, es un escritor, guionista y actor mexicano. Egresado de la Univerisdad Iberoamericana con la Licenciatura en Comunicación. Cursó talleres de dirección y producción cinematográfica en la Escuela de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, Cuba y tomó talleres de fotografía con el maestro Rafael Corkidi en México D.F.

Su carrera profesional es muy extensa, fungió como académico en la Universidad Iberoamericana Santa Fe (México D.F) e Ibero Puebla, en Universidad UVM, Puebla y en el Tecnológico de Monterrey, campus Puebla. Ha sido tallerista en la Vancouver Film School de Canadá.

Es ganador de premios nacionales e internacionales de cortometraje.

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